CHAPTER 19

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Soy solo una niña, 

que no sabe controlar su chocoholismo,

pero también me siento sola,

¿Te puedes quedar?

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Corrí las sábanas hacia un lado hasta que estas me permitieron salir de la cama. Recogí una remera y pantalón de pijama y me los coloqué.

Se me hacía extraño que no se me hiciera extraño que Ander me viera en pijama. El cansancio y la aprobación del cielo oscuro le ganaban a mi vergüenza por el momento.

Ya sabía que Ander lo notaba todo. Sentía su mirada quemarme cada vez que estábamos almorzando en el comedor y a alguien se le caía su bandeja de comida. Yo saltaba de mi asiento y él parecía seguirme en la acción con una desesperación disimulada, pensando que algo malo me había sucedido. Realmente creía que algo me sucedería, pero era más un pensamiento repetitivo que un hecho.

Mi cuerpo temblaba cuando había demasiada gente, demasiados hombres, y siempre era el último en salir cuando algún profesor me pedía que me quedara un rato después de clases para ver cómo me iba adaptando a la nueva escuela. Los dos últimos años de secundario eran muy importantes, y en ese lugar se preocupaban más que en cualquier otro. Los profesores no tenían ninguna otra intención que analizar mi escolaridad, pero aún así mis piernas temblaban. Y Ander lo notaba tanto como Mar y Lev, y se quedaba a un lado, esperándome en la puerta incluso aunque el profesor pidiera privacidad.

Escuchaba mis silencios y yo escuchaba sus palabras perdidas. Mientras estábamos en clase, mientras Mar y Lev hablaban en el comedor, mientras estábamos en el parque, cantidades de veces que sus labios se movían en la lejanía mientras parecia concentrado en pensar, planear, u opinar. Y otras en las que no era tanta la lejanía.

A veces creía que ni él mismo sabía que hablaba solo. Y muchas veces lo había llegado a escuchar..

No hagas eso idota.

La psicóloga del taller dijo que no era bueno.

Tienes que estudiar español.

Deja de presionar.

Tienes que hacerlo por Anna.

No puedes solo ir e invitarla a salir, no eres un puto Darcy.

Ciertamente era gracioso, pero había ocasiones en las que estaba segura de que susurraba cosas respecto a su hermana, y otras en la que parecía planear cosas respecto a mí.

Esos momentos eran los que me ponían nerviosa y me volvía más silenciosa de lo normal.

Es... curiosa, la sensación que refleja tu cuerpo al saber que alguien está pensando en tí.

Entré en el comedor con un conjunto morado a juego, interrumpiendo mis pensamientos, preguntas, dudas y afirmaciones que jamás llegarían a los oídos de Ander.

-¿Qué pediste para comer?- Pregunté acomodándome en una silla quedando en frente al rizado.

-Pizza con ananá- Me dedicó una sonrisa con dientes y todo, posiblemente tratando de animarme. A veces mi semblante acostumbraba a tomar un color tan gris que daba escalofríos, pero finalizaban, contrariamente, con un calor agobiante.

OSCURIDAD LUMÍNICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora