CHAPTER 28

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En los momentos malos

nos volvemos ciegos

de racionalidad

y somos pura

impulsividad emocional

y hacemos cosas malas

porque nos enseñaron a

no pedir ayuda.

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Hacía frío y mi campera, en algún punto del camino había abandonado mis hombros. Mi pelo estaba empapado al igual que mi ropa. En algún momento deje de correr, y ahora con pasos más calmados, rendidos, recorría más atentamente aquel camino por última vez. 

El sendero de asfalto mojado que finalmente me llevaría a la muerte. A la paz. A la rendición del dolor.

Gracias a mi torpeza, caí de rodillas al tropezar con una roca. Mis rodillas empezaron a sangrar.

Pude sentir frío. Pude sentir el dolor. Pude sentir la tristeza.

Había perdido una amiga que hacía meses ya no era mi amiga, pero aún así se sentía su ausencia pues, con ella, parecía que mi mente se había ido también.

Me sentía flotar. Me sentía caer de rodillas, rindiéndome ante la situacion, ya sin importarme quedarme o salir del túnel oscuro.

Aquella vela asociada a mis ganas de vivir ya llevaba 5 sextos derretida, era cuestión de segundo para que por fin se consumiera.

Sin darme cuenta, entre la marcha, los pensamientos, y el dolor y el ángel de la muerte compitiendo por acecharme, al fin había llegado a aquel puente, al que había ido a tomar un helado con Ander, al que habíamos quedado ir aquella vez con Bruce...

Era perfecto. Allí habían sucedido cosas buenas, cosas por las que lloré pues quería tener pero nunca tuvieron siquiera un comienzo digno. Y ahora, sin más tal vez, sin más quizás, y sin más  dolor, todo acabaría con el final, aparentemente predestinado, de mi historia. 

A diferencia de mi madre, yo sí era buena para saber cuando debería de matar a un personaje, y este era el instante perfecto.

Levanté unos vidrios del suelo y sin pensarlo, corté mi piel.

Luego, crucé la pequeña baranda que me separa del asfalto y la caída, y coloqué mis pies bien al borde mientras mis manos sostenían mi torso todavía a la baranda. Bueno, que me sostenían todavía a la vida.

Mi vista cayó al arroyo congelado, levemente mojado por la lluvia, que estaba a unos 6 metros de mis pies. Una capa de escarcha cubría el agua, pero por más gruesa que fuera, sabía que a esa distancia, al caer, la rompería y me encerraría por última vez bajo aquella agua sólida similar a un  vidrio, y la corriente aún fluyendo por debajo de este me guiarían, entre sus brazos cristalinos, a un lugar más calmado.

Las voces no me hablaban, no me decían que hacer, y la junta se había tomado vacaciones, quizás hasta habían  renunciado. Solo podía pensar en querer acabar con todo, en que ya no dolería nada, que era la única salida.

Ya nadie se me acercaría, ya nadie me tocaría, ya no tendría que comer, y si así fuera, ya no tendría nauseas, ni dolores de cabeza, ni pesadillas de ojos grises y brazos robustos persiguiendome. 

Mi muerte era el final más deseado. Ya no habría más dolor o sufrimiento o arrepentimiento en cada verso de mis poemas. Ya no cansaría a las personas con mi llanto. Porque todo se acabaría.

Podía imaginar mi rostro chocando contra el hielo, quizás rompiendolo, y mi sangre teñir ligeramente el agua. Era cuestión de esperar a que las pastillas hicieran algo de efecto y me lanzaría, acabando con esta historia de horror, asegurandome de que no haya forma de luego despertar en un hospital con mangueras en los brazos y las miradas de mi mad-

-¿Clem? 

Bueno... quizás era de aquellas personas que por más que intentara morir, el universo se encargaba de destrozarme a tal grado que ni eso fuera capaz de poder  hacer.

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Holii

solo quería decir que este capítulo es fuerte. Y mucho. Siento q no lo puedo disimular más o no daría el impacto que quiero que haga.

Aun así, claramente está no es la manera. Y aunque soy fiel creyente de que las personas no te escuchan hasta que ven sangre, siempre hay un Ander o una Mary, o un chistoso y añinado Jayjay.

Y si no lo tienen, estoy yo. Créanme que llega un punto después de tantos intentos y cicatrices, en el que te das cuenta que es más fácil y lindo vivir con tus propias reglas y sacar de tu vida cosas y personas que no te hacen bien, antes q intentar más de 15 veces matarte y no lo lograrlo.

Creo que sufris más intentando morir que poniendo límites y probando cosas nuevas para poder vivir.

No lo sé, solo piénsenlo.

(Todo esto se los dice alguien con trastorno límite de la personalidad, más de 18 intentos de suicidios, con ronchas de cicatrices de cortes, el sabor de cara pastilla q ha probado y dos internaciones en menos de cuatro meses.)

OSCURIDAD LUMÍNICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora