CHAPTER 7

11 1 1
                                    


+++

Ella odiaba las ratas,

pero se sentía tan sucia como una.

Y creía que el aroma a lavandas era riquísimo,

hasta que supo que solo era veneno.

+++


~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~


Después de dos largos e indeterminados meses, me sentía normal, como lo era antes. Un escalofrío por el olvidado confort recorrió todo mi cuerpo. No era de mi saber que un escalofrío podía sentirse tan cálido.

Era gracioso, cómo un juego de palabras, como ese día estaba captando cosas 'buenas', 'agradables', de las sensaciones que siempre había detestado. Había encontrado comodidad en esa incómoda charla con ese tal Ander. Cálido en sensaciones frías y alivio en lo oscuro.

Bueno, lo de alivio en la oscuridad era más el estar obligada a sentirme así que el realmente hacerlo.

Había cierta desesperación en mis noches por mejorar y sentirme mejor, que hacía que terminara autoconvenciendome de cosas que en el fondo sabía que no eran o volverían jamás a ser de ese modo.

Al salir del colegio, luego de despedirme de Mary y Levi, tuve que tomar un colectivo de vuelta a casa como consecuencia del mensaje de mamá que excusaba que no podría buscarme en el auto por una reunión de último momento. El ser el puesto de mayor rango en una editorial le absorbía el tiempo como un ácido depedazaría carne humana.

Mi suerte, desaparecida, se dignó a hacer acto de presencia al encontrarme con una parada a tan solo dos cuadras del colegio, y luego con un autobús casi vacío que me dejaba casi en el frente de mi domicilio.

La música a todo volúmen en mi auriculares amortiguaron los pensamientos casi ensayados durante todo el viaje.

Tenía que admitir que uno de mis peores defectos era no dejar de repasar una y otra vez sucesos, ideas, o simples pensamientos pasados, sin cansancio ni aburrimiento. Lo que podía ser hermoso si recordabas infancias buenas, cumpleaños felices o el comentario de alguna amiga que te hizo reír durante horas hasta hacerte asomar lágrimas; pero mis pensamientos y recuerdos, en cambio, se parecían más a un cuento de H.P.Lovecraft que a un libro de John Green. Era una necesidad tener que evitarlos cuanto pudiera si no quería acabar a los 20 años con demencia crónica.

Definitivamente no podía haber lugar para pensamientos intrusivos por el momento.

Había llegado a casa hacía ya media hora cuando el aroma a galletas recién horneadas dió paso a traves de la puerta mientras mi madre se asomaba a la sala de estar. Eso me ayudó a fomentar el tiempo de efecto de esta felicidad temporal que había logrado darme la escuela y mis amigos nuevos.

-Aquí tienes...- Habló mi madre al verme recostada en el sofá más pequeño- ...Unas ricas galletas que acabo de comprar en la panadería de al lado de la editorial. Parecen estar muy buenas.

-Gracias.- Al probar una, tal y como dijo, saboreé lo riquísimas que estaban. Encendí la televisión mientras mamá se acomodaba, pues aún seguía con su bolso encima y sus ropas formales que delataban su reciente llegada.

La tranquilidad del día me ayudó a poder contarle de mi primer día a mi madre, mientras ella devoraba las galletas y yo engañaba a mi estómago con un té de manzanilla.

OSCURIDAD LUMÍNICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora