Capítulo 26: El nuevo camino de Taka

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Empezaba a anochecer sobre Konoha. Naruto se encontraba sentado, meditando, sobre la roca de los kages, en concreto sobre el rostro de su padre, el cuarto maestro. Ese era su lugar favorito cuando necesitaba tiempo para pensar, y el estar cerca de su padre le tranquilizaba. Ya había organizado el plan de entrenamiento de los escuadrones ANBU de guerra, tenía asignados a los capitanes de los mismos y había preparado junto a ellos una estrategia de combate, ahora necesitaba desconectar.

Tsunade le había contado su visita a Sakura esa tarde antes de que a su amiga le dieran el alta médica, y la experiencia de la hokage lo había consternado aún más, Sakura seguía perdida en un mundo de oscuridad.

Sus ojos estaban cerrados, su espalda erguida, sus piernas cruzadas y las manos sobre ellas, pero a pesar de estar en trance, Naruto era consciente de todo lo que pasaba a su alrededor, había activado el modo sabio para contactar con la naturaleza y evadirse de sus problemas. De pronto, el corazón le dio un vuelco, y abrió los ojos alarmado. Notaba cómo los latidos de su corazón golpeaban con crueldad su pecho y cómo se quedaba sin aliento. No era posible lo que acaba de sentir, ese chakra no podía estar presente en el ambiente. Trató de tranquilizarse y volvió a concentrarse, cerrando los ojos y tratando de encontrar lo que lo había desconcertado. Y no tardó en hallarlo, de nuevo se topó con la esencia de ese chakra, y volvió a sobresaltarse. Miró entonces a su querida villa, y suspiró. Sabía lo que tenía que hacer y para ello debía ausentarse de ella sin permiso, pero tenía que hacerlo. Se puso en pie y bajó de la roca, dirigiéndose con paso firme hacia su casa para preparar los recursos necesarios para un nuevo viaje.

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Sasuke había salido de la cueva en la que estaban refugiados a tomar el aire. Le había costado incorporarse y había sentido un punzante dolor en el estómago al levantarse, pero no quería pasar más tiempo encerrado. No sabía dónde se encontraban, ni se molestó en saberlo, solo se acercó a un precipio que estaba cerca de la cueva y se asomó a él, dejando que la brisa nocturna le acariciara el rostro. Y sin previo aviso, acudió a su mente ella, su cálida sonrisa y sus ojos verdes esmeralda. Siempre había estado enamorado de ella, pero hacía poco que se había atrevido a reconocerlo, y ahora que ella lo sabía y podían estar juntos, las circusntancias los habían separado una vez más. Sin embargo, era mejor así, de esa manera Akatsuki no sabría que la joven pelirrosa era sú unico punto débil  y no podrían usarla como arma contra él cuando hiciera lo que tenía en mente. Se acabaron los juegos, ya nadie más lo manipularía, sus intenciones eran muy diferentes a las de obedecer fielmente a la organización criminal. Cuando cortara su vínculo con ellos y se vengara de aquel que casi lo mata, volvería a buscarla.

De pronto oyó un ajetreo tras él y se giró. Suigetsu debía de haber despertado al resto, puesto que Juugo ya se acercaba a él con una sonrisa en el rostro.

-Bienvenido Sasuke, qué bien que te hayas recuperado-dijo el ninja. Era extraño que se expresara con el resto del grupo, pero con Sasuke tenía buena relación, era él quien conseguía frenarle cuando le daban los ataques de rabia y se transformaba.

Sasuke solo asintió como gesto de haberle escuchado, pero no le respondió. De pronto, de la cueva salió Karin, seguida de Suigetsu, y esta ahogó un grito de emoción al ver a Sasuke.

-¡Oh, Sasuke, estás despierto!-en un abrir y cerrar de ojos, corrió hacia él y se abrazó al joven, eufórica de tenerlo cerca de nuevo. Sasuke se incomodó ante la situación, sin embargo, no le hizo ningún gesto antipático para apartarlo de él. Suigetsu se quedó boquiabierto ante la situación y si palabras.

-Nos han cambiado al Uchiha-dijo de broma sin poder terminar de creérselo-¿¡Dónde demonios está el verdadero Sasuke?!

-¡No arruines este momento tan especial idiota!-decía Karin enfadada, aún pegada al chico-Sasuke...-dijo entonces mirándolo a los ojos y poniéndose seria-¿Qué paso en la guarida de Orochimaru, por qué desapareciste?

Parecía que, si Tobi y Kabuto sabían algo de por qué liberó a la joven, no les habían contado nada al resto de Taka. En su mente había una ligera sospecha de que los líderes de Akatsuki ya intuían que la muchacha era preciada para él, así que debía evitar a toda costa que siguieran averiguando más sobre el tema. y por eso mismo, tampoco podía revelárselo al resto de su equipo.

-No puedo estar cerca de Madara, por alguna razón su presencia me es demasiado desagradable-no les había mentido, el joven ya era consciente de que existía algún tipo de extraño vínculo entre él y el resucitado, su ojo izquierdo le dolía y hasta sangraba cuando el líder del clan usaba su poder. Tendría que averiguar más sobre eso cuando lo viera-solo me marché de allí, y me llevé a la rehén conmigo, no tenía que morir a manos de Akatsuki aún. Fue por eso que me detuvieron los ANBU, tenía la guardia baja, eso es todo.

-Le salvas la vida a una kunouchi de Konoha, te detienen los ANBU, apareces casi muerto en la guarida y no te deshaces de Karin como de costumbre... Sasuke ¿tú estás bien?-preguntó Suigetsu aún de broma. No sabía qué experiencias había atravesado Sasuke, pero había cambiado y mucho.

-Tengo nuevos planes para Taka-dijo sin responder a la pregunta de Suigetsu. Su compañero sabía de antemano que no iba a responderle, su orgullo y cabezonería seguían igual que siempre-y el primer paso es dejar Akatsuki.

-¿¡Cómo?!-dijeron Juugo, Suigetsu y Karin al mismo tiempo.

-Me manipularon a su antojo, Konoha no es mi enemigo, solo ciertos individuos con los que ya me veré las caras... -dijo explicando un poco más la situación-así que vamos a detener la guerra que han declarado.

-Como esto siga así voy a colapsar-dijo Karin con la cara roja, estaba acalorada, no entendía nada.

Pero Sasuke sí sabía qué se traía entre manos. No le importaba ni lo más mínimo el futuro de la villa, es más, si la destruyeran le daría exactamente igual, pero allí estaba la única persona que le daba algo de sentido a su pésima existencia, y haría lo que hiciera falta para protegerla.

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