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Al quedarse solo, Minho solo se dejó caer contra el sofá, con la laptop encima de la mesa pequeña dentro de la sala. Mientras aquel ángel sólo se mantenía alejado recordando el pasado, pasado que solamente le traía leves recuerdos de cuando había llegado a estudiar a Gimpo y dejado Busan. Recuerdos de su niñez junto a Minho, recuerdos de sus primeros besos. El recuerdo de su primera vez. Habían sido tantas anécdotas juntos, pero también tantos sentimientos detrás de un corazón roto.
¿Por qué lo extrañaba?
¿Por qué aún después de recordar, algo seguía faltando?
¿Lo amaba aún? ¿Por qué lo hizo?
Jeongin trataba de preguntarse aquello. Trataba de procesar cada información y llegar a una base pero nada lo lograba. Así que solo se dedicó a seguir mirando a aquel chico frente a sus ojos, viéndolo levantarse como un zombie hasta caminar cerca de la alacena, sacando una jarra de agua, viendo cómo luego de aquello tomaba asiento en frente del televisor sirviendo vaso tras vaso, tomando el agua desde el fondo, aún con las lágrimas amenazando en salir.
"¿Por qué lo hiciste?" —se preguntó el menor más no dijo nada. Sólo siguió observando cómo éste se tiraba nuevamente encima del sofá, sin dejar de tomar cada vaso con líquido vital, sin dejar de pasar sus ojos por aquel silencioso techo encima de su cuerpo. Sintiendo como ante la soledad, su corazón se estrujaba aún más. Ese era Minho, el verdadero Minho luego de perderlo. Tan insatisfecho con su presente, tan perdido en su pasado, culpable de cualquier acto sin perdonar. Le dolía poder tener sus memorias intactas. Le dolía poder recordar cada beso que le daba a su pequeño al regresar de clases, más lo más hiriente era guardar aún esas cintas en la gaveta del último cajón del ropero de su cuarto. Cintas que contenían resumidas en varios vídeos la historia de amor que en algún momento hubo entre los dos.
Pero mientras Minho seguía con su dolor, Jeongin sólo deseaba no perder al mayor nuevamente. Porque aunque su corazón se hubiese roto, aún lo seguía amando, más que el día de ayer, lo seguía amando más allá de la muerte. Porque en esas cintas, los sentimientos sólo lo hacían doler aún más. Porque cuando empezó a subir escalón tras escalón, siguiendo al mayor hasta su cuarto, su cuerpo empezó a brillar aún más.
¿Esta era la última vez que iban a verse?
[...]
CINTA 1
M
inho: ¡Yang, ven acá! ¡Necesitas terminar de bañarte!
Dijo el mayor con una toalla en manos, al ver al menor correr de aquella tina solamente en paños menores. A los 10 años, ambos solían ser muy juguetones e ingenuos. No creían que el amor a esa edad podía suceder, más se mantenían siempre juntos y unidos.
Jeongin: ¡No! ¡No! ¡No!
Minho: ¡Jeongin! Ven ya, quiero jugar con mis gatos
Jeongin: ¡Le diré a tío que me quieres botar al agua!