CAPITULO II

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Sentirse perdido, sentirse asustado

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Sentirse perdido, sentirse asustado. El pobre chico alado no podía sentirse así por más que quisiera, aunque estuviese divagando entre los lados de ese largo camino lleno de hierbas verdes. Aún así no podía hacerlo.

Pero si había algo que lo mortificaba y lograba que esos sentimientos crezcan dentro, y en medio de ese silencio abrumador, el tren resonó su sonido característico de campana y el vapor por su vagón, trayendo consigo antes de aún no haber pasado, la imagen del mismo chico de hace algunas horas, observándolo; y entonces quiso correr hacia él, pero no pudo.

En vez de ello, sus piernas se quedaron quietas, negando a que avance, al igual que sus alas impidieron que volase.

Y entonces, solamente en medio de aquella tristeza, al mismo tiempo que sus lágrimas descendían por sus mejillas, la imagen de aquella persona se desvaneció en cuanto el tren pasó por su lado, dejando sólo soledad ante la nada.

Al mismo instante que el viento osaba correr más fuerte que nunca por la tristeza que el chico alado desprendía.

¿Por qué estaba llorando? ¿Por qué se sentía tan triste?

Entonces sus lágrimas no dejaron de correr por sus mejillas, para luego dejarse caer sobre el propio peso de sus rodillas, viendo sus manos, viendo cómo las gotas caían poco a poco sobre ellas.

Gotas que segundo a segundo se retuvieron en el cielo, cayendo como lluvia en medio de otra ciudad. Ciudad donde se encontraba Minho, mientras éste llegaba recién de Seúl a su natal Gimpo, luego de haber tomado un tren por más de dos horas.

Jamás había pensado que tardase tanto, pero habían surgido acontecimientos inesperados de la nada que hasta a él lo sorprendieron. Por suerte, a pesar del tiempo, por fin había llegado a donde pertenecía, en compañía de su mejor amigo, quien ahora se encontraba sacando los boletos del taxi que los llevaría a casa del mayor.

Jisung: ¡Minho! ¡Mira! Ya tengo los boletos —sonrió el menor mientras caminaba hacia éste para darle los boletos correspondientes— este es tuyo y este mío —sonrió aún más en medio de la lluvia que caía en la ciudad. Por suerte, ellos estaban en la parte subterránea de la parada de trenes, así que no sabían de esto aún— ¿Pasa algo? —preguntó al mayor algo preocupado al verlo decaído, mirando fijamente el anillo en su mano— vamos Min, estamos acá para despejarnos. Debes de dejarlo ir, ¿Sí?

Le sonrió sin perder la compostura, más ante los segundos nunca esperó sentir un abrazo de éste, mientras sus lágrimas caían en su cuello de manera leve pero triste. Jamás lo había visto así, por ello, al verlo de tal forma, su corazón pareció destrozarse, cambiando una sonrisa por una mirada de comprensión mientras una de sus manos rozaban los cabellos del contrario y se dedicaban a hacerlo sentir mejor. Pero para el mayor, tal sensación no llegaba a su corazón, porque lo único que ocupaba su mente era el pequeño que aún habitaba ahí, sonriendo, amándolo, dando todo de él, de la forma más pura posible.  

Minho: J-Jisung, no puedo —murmuró con la voz entrecortada, dejando que sus manos presionen la ropa del menor sin dejar de mojarla con sus lágrimas— N-No puedo dejarlo, ¡no puedo!

Pero a Minho no le importaba que las personas se lo queden mirando como bicho raro, ni siquiera las palabras de su amigo tratando de reconfortarlo, porque el dolor no se iba y el sonido de la bocina de aquel tren que desprendía su último recorrido no dejaba de recordarle su último adiós con aquel chico de bella sonrisa y ojos de zorro. 

"No podemos estar juntos"

"¿Por qué? Jamás te había importado aquello. ¿Por qué ahora Minho? ¿Por qué justo en este momento?"

"¡Última parada antes de llegar a nuestro destino!"

"Lo siento Jongin. No puedo dar marcha atrás… lo siento"

"¡Minho por favor! ¡Minho!"

Pero aún cuando el menor más le rogó, aquel día lo dejó solo en medio del tren, antes de bajar en la última parada, viendo cómo las únicas puertas se cerraban ante los ojos de ambos, separándolos de dos caminos que desde ese momento tomarían por separado. El mismo camino que jamás hubiera querido tomar, repitiéndose con lágrimas en los ojos lo tonto que había sido, recordando cada pequeño centímetro del rostro del menor, cambiando una linda sonrisa por un rostro lleno de lágrimas. El mismo que había cambiado con sus palabras al momento de separarse. 

Jisung: Tranquilo Minho, debemos calmarnos primero, ¿Sí? —propuso el menor, sobando la mejilla de éste al momento de limpiar cada lágrima con su pulgar— debes entender que tienes que hacerlo, han pasado cinco años Minho, ¿No crees que Jeongin quisiera que retomes tu vida? ¿No crees que también quisiera verte sonreír? —suspiró, tratando de tranquilizarse, tomando entre sus manos, las del contrario— Minho, Jeongin está muerto, tienes que entenderlo. No puedes quedarte toda la vida recordándolo, ni menos estancando tu futuro. Debes seguir caminando y dejarlo caminar a él

Antes esas palabras el mayor sintió un golpe de realidad, pero simplemente a pesar de ello no podía hacer nada. Porque simplemente después de todo no podía dejarlo, no podía dejar ir el vago recuerdo de su primer amor, ni menos olvidar el dolor y el sentimiento de culpa que lograba inundar su corazón. ¿Por qué aún dolía? En ese instante, las luces del lugar comenzaron a parpadear por un par de segundos ante la vaga idea en la mente del mayor, antes de que éste pudiera siquiera dar un paso más,para terminar por apagarse en un chasquido.

¿Por qué no te puedo dejar ir aunque me lo proponga?

En aquel momento, el aire jugó en contra a las personas que seguían ahí, en medio del desorden de la multitud al entrar en pánico. Más cuando las luces volvieron, solamente la mirada del pequeño chico alado se fijó en una sola persona, la misma que ahora estaba desorientada, visualizando aún las luces sobre el carril, de forma parpadeante. 

"Es él" —pensó el menor, más cuando intentó llamarlo, algo malo sucedió. El no saber el nombre de aquel gatuno chico, el chico de sus vagos recuerdos, le jugaba una mala pasada a medida que éste se alejaba en compañía de su mejor amigo.

Pero, ¿por qué no recordaba su nombre? 

"No te vayas, no" —empezó a hacer andar sus piernas, decidido a no dejarlo desaparecer, a pesar de seguir tambaleándose al no conocer sus pequeñas piernas humanas después de haber pasado todo la vida que recuerda descansando sobre una nube en lo alto del cielo. Pero a pesar de ello, nada lo iba a detener, no ahora que estaba frente a una pista importante para entender el punto de que hubiese bajado a tal extraño lugar. Porque sabía que ese chico tenía la respuesta. Estaba seguro de ello ahora. Por ello no tenía que perderlo de vista. No después de que estaba tan cerca de la verdad.

"¿Tal vez ahora puedo verte diferente que antes?"

"Siempre me ves así tonto. Recuerda que siempre me juegas bromas tontas"

"No hablo de eso Innie"

"¿Entonces?"

"Me gustas Jeong In, me gustas demasiado. Desearía poder besarte."

"Tal vez puedas hacerlo"

EX | MINJEONG | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora