Capítulo 5: El beso

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NARRA ALEXANDER

¡Joder!, deberían de pagarme por ser el hombre más imbécil del mundo, no me puedo creer que le haya dicho eso a Roxi solo para tenerla en mi cama. ¿Acaso esperaba que aceptara por ser un jodido cabrón con ella?, era obvio que le daría una cachetada y no aceptaría.

Debería calmarme ya, es sólo una mujer que conozco hace dos semanas, está buena, pero como ella hay miles en este mundo y puedo tener a cualquiera con solo una mirada.

-¡Cabrón! por tu culpa se ha ido mi cita, para la otra consíguete la tuya hermano- me dice Travis enfadado- Quítale los ojos de encima, yo la vi primero, te lo digo enserio.

-Quédate con tu putita- doy una carcajada- Sabes que tengo miles y ¡no me levantes la voz!

Dicho esto se da la vuelta hecho furia y me deja solo en el oscuro pasillo. Se suponía que este día estaríamos felices, estábamos celebrando que había firmado un contrato con una familia de las más ricas de Inglaterra.

Me acerco hacia uno de los que trabajan para mi- Hey, Michael, diles que se acaba la fiesta hecha a todos si es necesario pero no quiero a nadie en mi mansión.

-Como diga señor- se va para hacer lo que le pedí.

Me voy hacia mi habitación a pensar como puedo remediar la mierda que hice esta noche, ¿que le gusta a una chica? no lo sé, porque nunca he estado con una, solo una noche y fin, así de fácil. Le podría llevar flores ¡si!, flores, a todas las chicas le gustan esas cosas románticas y clichés. Por ahora solo me preocuparé en descansar, de lo demás me preocupo mañana.

Al otro día voy al gimnasio a sacar las tensiones que tengo en mi cuerpo, le envío un mensaje a Michael para que prepare todo.

-Alexander: Envía un ramo de flores a su casa y que ella las recoja, con una nota de disculpa a mi nombre.

A los segundos recibo respuesta de él.

-Como mande señor.

Tiro mi teléfono a mi bolso y dirijo mi mirada hacia Travis, que me acompaña siempre a entrenar, pero no me dirige la mirada ni me habla.

-Joder...es solo una mujer, ¿hasta cuando estarás así?- le digo y me mira.

-Sea sólo una mujer o no pero no tienes el derecho a decirle zorra o algo por ese estilo ¿quien te crees?, ella sabrá si le gusta provocar a los hombres, no es nuestro problemas- sé que tiene razón pero lo no demuestro.

-Las que les gusta andar de hombres en hombres son zorras, tu amiguita Roxi es una zorra- me toma del cuello y me estampa contra la pared.

-Mira hijo de puta, que más da si es una zorra o no, mantén tus manos alejadas de ella o verás de lo que soy capaz, me dará igual si somos mejores amigos desde pequeños- suelto una carcajada y me suelto de agarre de Travis.

-Esta mierda ¿es una amenaza?- empiezo a notar como el enfado se apodera de mi.

-No...esta mierda tómalo como una advertencia- se va para entrenar.

Después de entrenar me subo a mi querido Ferrari negro y voy a la dirección que me envió Michael. Me estaciono cerca de la entrada al departamento. Veo que toca el timbre un hombre con un enorme ramo de rosas rojas, sale Roxi a recibirlas y firma lo que le entrega el repartidor.

Se queda un momento ahí parada, sola, mirando o leyendo la carta, se toca el pelo y parece muy pensativa, sin embargo cruza la calle hasta un basurero y las tira, me quedo boquiabierto al ver tal escena.

¡Malagrecida!, cuanto me habrá costado esas putas rosas y ella sin pensárselo un poco las tira, todas son iguales, lo único que debo hacer es demostrar que no me importa en lo más mínimo su desinterés hacia mi, aunque sea mentira.

Vuelvo a mi mansión irritado y me arreglo con un traje y me coloco el antifaz para ir al club al que va Roxi, quizás ahí la encuentre y me quiera dar una explicación del porque tiró las rosas. Llego al club y me encuentro con mis socios de siempre, me siento con ellos y pido una ronda de whisky para todos.

Quedo mirando un buen rato hacia la barra y allí la encuentro, hablando muy animadamente junto a una chica que no logro reconocer pero no es la misma de otros días, también está hablando con el mesero, ¿es que acaso todos los hombres están locos por ella?, se da la vuelta para inspeccionar el lugar y encuentra mi mirada, sus hipnotizadores ojos verdes junto a mis ojos celestes, deja escapar una sonrisa ladeada y se gira para seguir con la conversación junto a sus amigos.

No sé si acercarme, me regaló una sonrisa, eso significa que no está enfadada ¿no?, que más da, me acercaré y le pediré perdón a la cara, no como un cobarde con flores y mierdas así, y si no me perdona tan solo me iré con alguna de todas las chicas que me están observando en el club.

Sin pensarlo más me disculpo con mis socios y me acerco hacia Roxi, llego a su lado y me mira de reojo- Roxanna...

-Alexander- me dice sin aún dirigir la mirada hacia mi- ¿Que quieres?, por si estás ciego, estoy disfrutando con mis amigos y me encantaría que te fueras.

-Solo venía a ver como estabas...-no me deja seguir, ya que me interrumpe.

Se para de su asiento y me mira con furia- Que como estoy, dios es increíble- levanta su mano para darme una cachetada pero soy más rápido que ella y la tomo.

Me dirijo hacia la misma habitación en la que la vi hacerle una mamada a Travis y la estampo contra la pared, me tiene muy enojado porque no para de hablar y decir maldiciones.

-¡Joder! estás loco, dejam...-no dejo que hable más, la callo con un beso.

Un beso delicioso, muy delicioso, nuestras lenguas se juntan, me toma del pelo para intensificar el apasionado beso, no pensé que un beso podría ser tan delicioso, no me puedo imaginar como será en la cama, siento mi gran erección y me froto contra ella para que la note, suelta un breve jadeo. Baja su mano hacia ella y la acaricia.

Sin decir nada se separa, se da media vuelta y antes de irse me dice- Soy una zorra y no me apetece tenerte a ti- sin decir más se aleja a través de la puerta.

LA PERFECCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora