Ravi vive en los bosques de la montaña, junto a otros 4 miembros de su manada. El resto ya están emparejados entre sí y como alfa sin pareja Ravi es quien se encarga principalmente de la seguridad, aunque el alfa líder es HakYeon.
Un día, durante su...
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Pasaron un rato más hablando y planeando lo que harían al día siguiente, de pronto Leo soltó un gran bostezo y se desperezó antes de arrebujarse mejor contra Ravi.
—¿Tienes sueño? —preguntó el peliblanco, acariciándolo con suavidad.
Leo asintió y cerró los ojos, dejando que su cabeza reposara en el hombro de su pareja.
—Es entendible, ha tenido demasiadas emociones en tan poco tiempo. Sería buena idea que lo subieras a dormir Ravi, mientras Hyuk y yo vamos a buscar las trampas restantes.
Por algunos momentos Ravi quiso replicar, él también quería ir eliminar aquellos infernales aparatos que ponían en peligro no solo a su manada sino a todos los animales cercanos, sin embargo sabía que uno: debía cuidar a su pareja. Y dos: no era buena idea que la casa se quedara sólo llena de omegas, lo mejor era que al menos hubiera un alfa que resguardara el lugar.
—De acuerdo HakYeon, así lo haré.
Acompañó a Leo hasta su propio cuarto, había pensado proponerle que tomaran un baño pero en cuanto tocó la cama el pelinegro cayó profundamente dormido.
Ravi rió un poco, enternecido, antes de quitarle la mayoría de la ropa y acomodarlo debajo de las sábanas. Por algunos momentos pensó en acurrucarse a su lado pero debía mantenerse atento, así que en su lugar bajó para despedirse de los otros dos alfas, que ya partían a su misión.
Pasó aún un rato más platicando con Hongbin y Ken, vigilando atento los alrededores con sus sentidos lobunos. Pero no había mayor tema de peligro.
—Claro, ahora que sí tienes a tu omega, estás todo atento al peligro ¿no? —lo molestó Hongbin.
Tenía la pierna vendada y levantada sobre algunos cojines mullidos, aunque gracias a su naturaleza de lobo no tardaría demasiado en curarse.
—¡Cállate! Yo siempre los he cuidado.
—Solo porque soy el omega de tu hermanito, —insistió Hongbin con su drama fingido.
—Ja, es al revés, lo aguanto a él solo por ustedes.
—Eso no es cierto, llegaste con él antes de conocernos a nosotros —comentó Ken.
—Cantidad no es lo mismo que calidad, —Ravi seguía con la broma.
De pronto un ruido los distrajo, los tres levantaron la vista a las escaleras para encontrarse con un Leo somnoliento en lo alto de estas, se tallaba un ojo con una mano y no se había puesto más ropa que como Ravi lo había dejado.
—¿Qué ocurre Leo? ¿Hay algún problema?
—No, quiero, Leo, solo —dijo con su voz bajita.
Ravi sonrió con ternura ante aquello y se acomodó en la orilla del sofá de dos plazas, haciendo un gesto para que Leo fuera a sentarse a su lado.
De inmediato el pelinegro se apresuró a ellos para acurrucarse junto a Ravi, de manera que su cabeza quedó recostada en las piernas de su pareja. De manera instintiva Ravi comenzó a jugar con el largo cabello contrario, enredando sus dedos en él.
—Ja, cuando llegaste no me imaginé verte así algún día —siguió burlándose Hongbin.
—¿Llegaste? —preguntó Leo sin cambiar de posición.
—Yo nací en otra manada, más al norte de esta montaña. Sin embargo en cuanto mi naturaleza de alfa se demostró quedó claro que debía seguir mi propio camino, no quería tener que enfrentarme al alfa de la manda así que simplemente partí.
>No mucho después de comenzar mi viaje me encontré a Hyuk, quien aunque era más joven había pasado por algo parecido a mí, así que comenzamos a viajar juntos, poco a poco se fue convirtiendo en un hermano menor para mí.
>Cuando llegamos aquí, nos presentamos ante HakYeon para pedirle permiso de pasar por su territorio, sin embargo en cuando el cachorro olió a Hongbin supo que era su pareja, por lo que HakYeon nos ofreció quedarnos a vivir aquí con él, lo que terminamos por aceptar.
Hongbin sonrió ante el recuerdo.
—Recuerdo bien cómo llegaron los dos alfas, socios por el viaje en forma de lobo durante tanto tiempo, aunque Hyukie olía más bien dulce, me alegré mucho cuando HakYeon les permitió quedarse.
>Él y yo crecimos juntos, desde pequeños él me defendía cuando algún otro alga quería pasarse de la raya conmigo. Eran buenos tiempos hasta que una manada rival atacó a la nuestra... no es necesario ahondar mucho en eso, pero solo él y yo sobrevivimos, escapamos hasta que llegamos aquí.
>He de decir que la manada de Leeteuk nos ayudó bastante, ellos viven algo lejos, hacia el sur, pero fueron muy amables y nos hablaron de este territorio, así que nos movimos aquí y comenzamos a construir esta casa.
Se hizo un silencio mientras cada uno se mantenía en sus memorias, hasta que la voz de Leo volvió a sonar.
—¿Ken?
—¿Yo? Bueno, yo también fui convertido al igual que tú, como te había dicho antes, aunque fue más bien una decisión propia. Antes de conocer a los chicos era explorador, había algo que me llamaba de esta montaña aunque nunca estuve muy seguro de qué era, al menos hasta aquella noche en la que, luego de perderme, terminé siendo encontrado por mi Yeonie.
>Al principio estaba muy confundido, no es fácil aceptar la existencia de hombres lobo así como así. Pero todos eran muy amables y Yeonnie me gustaba mucho así que fui dándoles la oportunidad.
>Luego de algunos meses me hablaron de la posibilidad de convertirme en uno de ellos, aunque sólo sí yo así lo quería pues podía ser un proceso bastante doloroso. Acepté pues quería pasar muchos más años a su lado,
>Fue HakYeon quien me mordió, aunque los otros tres se turnaban para cuidarme durante el cambio. al final desperté siendo uno de ellos, y no pasó mucho antes de que él me marcara como su pareja.
Ante esa mención Leo movió una mano para acariciar la marca en su propio cuello y sonrió feliz.
—Familia.
—Así es, somos una familia, —Ravi tenía la misma sonrisa en sus labios.
De pronto Ken y Hongbin levantaron la cabeza, con los ojos brillando.
—Han vuelto, —confirmó Hongbin poco antes de que la puerta principal se abriera.