VII

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LA UNIÓN

Capítulo VII

§

Es asombroso cuando alguien llega a tu vida sin que lo esperes

y resulta ser lo que siempre has buscado.

§

Asombrosa y Única

Vlodir apretó los puños cuando encontró la imagen de Shina, su Concord gruñó. Estaba corriendo y cuando el Cus se movió, se dió cuenta el porqué. Un Jinjo estaba comiendo una presa ya, respiró mas tranquilo cuando lo notó.

-Sarai...- un voz gimió en el fondo.

Vlodir no quiso mirar atrás, un macho había perdido a su compañera y por el movimiento que se escuchaba, este se estaba llendo. Sabía que algunos se unían a las hembras de forma sentimental y que cuando estás morían, ya no querían participar de la competencia.

Él respetaba eso.

El Cus siguió moviéndose, siguiendo a Shina, varios cristales divididos mostraban a todas las hembras, uno se volvió negro avisando que una de ellas habían muerto. Vlodir buscó más pantallas, en una vió a una rápida Xaz subiendo a un árbol. Saltó a una rama silenciosamente y sacó su espada, el Cus mostró a un Russ mirando a varias direcciones.

El Russ era herbívoro, su carne deliciosa y nutritiva, muy valiosa en Mon. Pero también era extremadamente veloz y tenía una excelente audición. Xaz apoyo mal un pie en la rama y el Russ corrió lejos de ella. Vlodir desvío la mirada al Worlon. Los ojos completamente rojos con tres pupilas negras observaban los movimientos de su compañera, no parecía preocupado, sino aburrido. Él sabía que Xaz era la mejor cazadora de su clan y de muchos más, no tenía dudas que lo pasaría, igual que su compañero. Él pareció notar su mirada cuando se movió para que sus ojos se encontrarán.

Lanis, el segundo del clan Worlon. Su primera Unión. Él hizo una reverencia con la cabeza, la cual Vlodir respondió. Era un ser frío, Vlodir no entendía cómo podía emparejarse con una J-top.

Su Concord llamó su atención cuando se paró en sus cuatro patas a su lado. Vlodir volvió rápidamente su atención a la pantalla que mostraba a Shina.

-Oh, no...- susurró sintiendo su cuerpo enfriarse.

Shina tomó aire, sus pulmones ardían y no importaba si ella se hubiera obligado a correr más. Su cuerpo había llegado a su límite.

Amina pareció darse cuenta y se volvió, aún corriendo, hacia ella.

-¡Debemos movernos! No nos hemos separado lo suficientemente-. Su voz era desesperada.

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