Capitulo 5.

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Ya estaba amaneciendo, me levanté y me desperecé, observé a Alberto, viendo cómo aún seguía dormido, baje del techo y estando allí busque que cosas me podrían ser utilices para poder reparar el barco, encontré tornillos, un martillo, y unas cuanta...

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Ya estaba amaneciendo, me levanté y me desperecé, observé a Alberto, viendo cómo aún seguía dormido, baje del techo y estando allí busque que cosas me podrían ser utilices para poder reparar el barco, encontré tornillos, un martillo, y unas cuantas cosas de madera y plástico, las metí todas a una manta de tela que ahí se encontraba, la coloque en mi espalda, y baje las escaleras.

Toque el piso con mis sandalias me aleje un poco de la torre y dejé todo en la arena, para luego poder subir un poco más el bote a la orilla.

— Será pan comido — Hablé mientras voletaba el barco y miraba el gran hueco que se había formado — Pan comido. . . — Hablé mientras suspiraba con pesadez.

Observé todos lo objetos que traía conmigo, mirando que podía utilizar — Será mejor probar con todo — Me dije a mi misma — .

Colocaba cada cosa encima del agujero, para poder observar que le quedaba mejor para cubrirlo por completo. Tome un pedazo de manera lo bastante grande, lo corte con el serrucho que había traído conmigo, lo puse encima del bote, para así ir incrustando cada puntilla; voltee la balsa para también colocar madera en el hueco de adentro.

— Bien — Quite en sudor de mi frente, ya estaba saliendo el sol, a lo que supuse que llevaba ahí más de unas dos horas aproximadamente — Vamos. . . Al mar . . . — Hablé mientras lo empujaba

Una vez observé como el bote flotaba, me subí en el, para así mirar de cerca si entraba agua.

— ¡È perfetto! Solo queda un poquito . . . Aquí — Está vez coloque solo un pedazo de madera en un pequeño agujero — ¡Ja! ¡Ja! ¡Está fantastico! — Hablé emocionada

Volví a estacionarlo en la orilla, baje mi maleta y la dejé en la balsa.

— ¡Buongiorno _________! — Voltee mi vista para ver al moreno — ¡Lo desrompiste! ¡Genial! — Reí por su comentario — .

— ¡Si! Está vez si está bien reparado ¡Podremos irnos!

— ¿Irnos? — Habló un poco apagado

— Si. . . A menos de que no quieras . . .

— Si claro que sí. . .

Vi como él miraba hacia el mar — Me querías mostrar algo no es así — Incline mi cabeza — .

— Bueno. . . ¡Si! ¡Quería enseñarte los peces de colores! ¡Son fantásticos! ¡Pero! — Camino a mi alrededor — ¡Que te parece si saltamos desde aquella montaña! ¡Será más divertido llegar así!

— ¡Si!

Caminamos hasta aquella empinada colina, pero, al estar ahí, observé lo alto que estaba, pase en seco mi saliva.

— Nop — Dije volteando, a lo que Alberto me tomo de la mano

— Tienes un Bruno en la cabeza — Dijo con una mano en su cadera, mientras asentía lentamente — .

𝘼𝙢𝙤𝙧𝙚 𝙈𝙖𝙧𝙞𝙣𝙤 [Alberto y Tu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora