𝘼𝙢𝙤𝙧𝙚 𝙈𝙖𝙧𝙞𝙣𝙤 [Alberto y Tu]

Capítulo 7.

La lluvia caía sobre nuestros rostros, Giulia pedaleaba con todas sus fuerzas, mi vista era borrosa, mi cabello y ropa estaban empapados.

— Espero. . . Que estén. . . Bien — Hablo la pelirrojas con su respiraciónes agitada

— Se que lo están

Pero, de un momento a otro, escuchamos como una bicicleta se acercaba a lo lejos, voltee mi vista, encontrándome con Ercole, quien sostenía un arpón entre sus manos.

El chico se pocisiono al lado de nosotras — Ciao _________ — Hablo con su ceño fruncido y una sonrisa de maldad — Ya te dije . . . ¡Ganaré esa recompensa!

De un momento a otro, se adelanto.  Casi llegando, observe a mi lado como las casas llegaban a su fin, encontrando así a los chicos en su forma de monstruo tratando de escapar; miré de nuevo al frente, Ercole se había puesto de pie en su bicicleta de algún modo, y en su mano derecha sostenía el arma con fuerza, listo para así atrapar a los dos chicos.

— ¡Giulia! — Grité

— ¡Lo sé! — No tuve que decir nada, cuando la de ojos marrón se acercó rápidamente donde se encontraba el pelinegro

Me solté de los hombros de la chica, para así tomar de los pies a Ercole — ¡Aléjate! ¡De ellos! — Tire de él con fuerza, pero fue así cuando Giulia perdio el equilibrio, antes de caer un reflejó hizo que la abrazará con fuerza.

Ambas rodamos, y al detenernos, quedé abajo de ella, voltee mi mirada a donde estaban los chicos, observando como iban a llegar a la meta.

— ¡_________! — La chica me levanto — .

— Toy bien — Dije divertida — Solo me raspe el codo y la rodi. . .— Me vi interrumpida por un abrazo del moreno

— ¡Chicas! — Hablo Luca mientras le daba un abrazo a Giulia y Después a mí — .

— ¡Apartence! — Escuché a los cazadores hablar a lo lejos

— ¡Monstruos! — Ercole llegó abriéndose paso entre la multitud

Con ayuda de Alberto me levanté — ¡Ellos no son peligrosos!

— _______. . . — Mi tía se nos acercó — Dejenlos en paz, estos niños son inofensivos

— Felicy, como puedes decir eso — Escuché decir a uno de los mayores — Son unas criaturas desagradables

— Claro que no — Está vez el señor Marcovaldo se acercó a la escena — Ellos ¡Son los ganadores! — Alzo la mano del moreno 

Todos volteamos a mirar a la encargada de dicho torneo.

— Técnicamente, legalmente, si, ganaron — Hablo la señora dueña del concurso, mientras veía la bicicleta en el suelo — .