Capitulo °1°

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La primera señal que me indica que ya es de mañana es el despertador, el cual no ha dejado de sonar hace ya unos cinco minutos aproximadamente, después de un rato estiró mi mano para así por fin poder detenerlo, llevo ambas palmas a mi rostro, sol...

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La primera señal que me indica que ya es de mañana es el despertador, el cual no ha dejado de sonar hace ya unos cinco minutos aproximadamente, después de un rato estiró mi mano para así por fin poder detenerlo, llevo ambas palmas a mi rostro, soltando un suspiro; giro mi vista a la poca luz que traspasa por aquella venta la cual tiene unas cortinas azuladas quienes están un poco corridas por los lados, observando el amanecer, unos segundos después me levanto de la cama, me dirijo a la sala donde observo cómo un felino acaricia mis pies.

— Buenos días Mel — Al decir eso, escuchó como él solo suelta un pequeño maullido — .

Camino a paso lento hasta el baño, observo mi rostro, y unas leves ojeras se pueden apreciar al igual que unos ojos cansados, me inclino hacia el lavamanos, tomando mi cepillo de dientes para así proceder a tomar la crema dental, después de unos pocos minutos, junto ambas palmas y acumuló agua entre ellas y de un movimiento hago que caía en mi rostro, abro mis ojos y pocas gotas caen, a lo que solo procedo a estirar mi mano para tomar la toalla color crema para pasarla suavemente.

Con desdén me dirijo hasta la cocina, prendo la estufa, y tomando agua en una olla la pongo en ella. Desde la ventana observo cómo la cuidad va apagando los faros poco a poco, hasta solo poder apreciar la luz del día saliendo entre las nubes. Hecho dos cucharadas de café en mi tasa, tomo mis dos tostadas colocándolas en un plato, y dejo todo en una mesa pequeña que tengo en la sala, vuelvo una vez más a la cocina, sacando del alacena la conserva de moras.

— Tendré que ir  de compras en la tarde. . . — Me digo a mi misma, pues, en las despensas no queda nada más que unas galletas, una barra y unas bolsas de azúcar — .

Mis pensamientos se ven interrumpidos gracias a unos toques de la puerta, me acerco a ella, no sin antes dejar el tarrito en la mesa y en el procesó tomando entre mis manos una tostada llevándola así a mi boca. Tome las llaves, quitando el seguro, y  abriendo despacio asomó mi rostro por la abertura.

— ¿Si? — Dije quitando la tostada de mi boca — .

— ¿__________? — Escuché la voz de una chica — .

Por culpa de que el pequeño pasillo no tenía luz, y por lo visto los edificios no dejaban que entrara por la ventana cercana, no podría visualizar bien de quién se trataba.

— ¿Necesita algo? — La puerta estaba entre abierta, pero yo aún estaba detrás de esta, dejando que de reojo apreciara una figura — .

— _________. . . Soy yo Giulia

Al escuchar esas palabras, abrí de un tirón, era ella, su cabello rizado color rojo, sus ojos marrón y su contextura delgada, hacían que recuerdos llegarán a mi mente en ese mismo momento.

— . . . Pasa por favor — Dije haciéndome a un lado — .

Ella con una sonrisa en su rostro pasó — Que gusto verte — Me dijo para después darme un abrazo fuerte — .

𝘼𝙢𝙤𝙧𝙚 𝙈𝙖𝙧𝙞𝙣𝙤 [Alberto y Tu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora