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Hyunsuk se despertó por el asqueroso ruido de su alarma. Otra vez martes, específicamente el primero del mes. Probablemente sus amigos se reunirían en la casa de Junkyu escribir las listas de ese mes, y aunque no participaba de ellas, a Hyunsuk le parecía interesante ir. Pero ese mes podría cambiar de opinión, más aún contando lo que había sucedido en los vestuarios del campus hace unos días atrás.

Park Jihoon era egocéntrico, revolucionista y extraño. Venía a cuestionar la normalidad de la Universidad, ya había confrontado a Hyunsuk un par de veces y eso le parecía interesante al mayor. No le agradaba en lo absoluto, y era recíproco, pero quizás algo nuevo en la vida del pelinegro no vendría mal, ¿verdad?

Ese día se arregló, quería cruzarse al rubio y estar seguro de lo que iba a hacer. Buscó una chaqueta negra que había usado una o dos veces, y tomó unos jeans rotos ajustados, ese día no pasaría desapercibido y menos para el estudiante de arte.


Bajó a la cocina encontrando a sus padres desayunando—Hijo, hoy debes quedarte hasta las cuatro de la mañana en la tienda—dijo su padre bebiendo su café. —en cuanto llegues de la universidad ve directo para allí, Hyunsuk.

—¿No es demasiado tarde?—preguntó su madre.

—Está bien, dormiré en la tienda y le avisaré a Woosung que me acompañe—Hyunsuk comenzó a tomar sus cosas para irse lo más rápido de allí. Odiaba hacer turnos de noche, sobre todo cuando ya tenía sus propias cosas que hacer. Marcó un número en su celular mientras caminaba hasta la parada de autobuses, le pediría a su amigo que lo reemplace esa noche.




Jihoon estaba pintando cautelosamente sobre el lienzo intentando combinar la gama de colores. El salón de pintura estaba vacio, había muchos cuadros de estudiantes por todos lados y debes ser cuidadoso si no quieres pisar alguno, estaban apoyados por el piso y la pared, cerca de la puerta. Eran muy fáciles de romper, y Hyunsuk no era precisamente cuidadoso.

—Wow, si que están por todos lados—dijo el pelinegro volviendo a acomodar el lienzo en su lugar.

Jihoon bufó intentando concentrarse en su pintura.—¿Qué quieres, Choi?

Hyunsuk empezó a caminar por el lugar reducido, mirando los cuadros e intentando no tropezar otra vez.—Me gusta venir aquí, los cuadros son tan...—se detuvo en uno que parecía ser sobre un alienígena—¿abstractos?

El menor rió por lo bajo, burlándose del chico que tenía enfrente.—Curioso, vengo aquí todas las tardes y no te he visto ni una vez.

Hyunsuk se rascó la nuca.—Vengo de noche, cuando todos los estudiantes se van.

—Choi, de noche está cerrado—Jihoon dejó el pincel sobre el atril, y se volteó hacia el mayor.

Hyunsuk lo pudo ver claramente por primera vez, las ventanas estaban abiertas y la luz se filtraba totalmente. A pesar de estar todo manchado con pintura, con ropas viejas y los rayos de sol dando directamente en sus cabellos rubios, lo encontró atractivo, y reafirmó su idea.

Por su lado, Jihoon estaba confundido. Podía jurar que los ojos del pelinegro tenían algo que decirle, pero se asustó y volteó su cuerpo concentrándose en su pintura, esperando que el mayor se vaya.

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