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Con frecuencia te resultaba difícil entablar conversaciones con personas desconocidas, lo que suponía un desafío en tu día a día y para comunicarte conmigo.

En medio de esta dinámica, había descubierto un pasatiempo peculiar: en clase, repetía tu nombre incesantemente, aunque apenas prestabas atención a mis intentos.

Progresivamente, me cambié hasta el asiento contiguo al tuyo, y así, nuestras interacciones en el aula se volvieron cada vez más íntimas y exclusivas.

Mariela, Mario y Noremac conformábamos nuestro propio universo dentro de aquella sala de clases.

Solo nuestro.

Las cosas que nunca te dije [Versión Corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora