El sonido del pequeño cubierto expresamente diseñado para la hora del té formó gran estruendo al dejarlo caer justo en la pequeña taza ya vacía. Justo así salí de mi trance y dejé de observar sin ningún interés aquella taza con flores bordadas y finas lineas de oro. Inútil pero caro.
Caro, todo lo que fuese de alto estatus le interesaba a mi padre, y yo tan solo lo repudiaba aunque tuviese que vivir rodeada de lujos.
— Bien T/n, como siempre no veo cambios en tu actitud ni estado de ánimo. Sigue como siempre e intentaremos ver si has progresado. De otra manera tendré que recetarte otra dosis se anti-depresivos diferente pero lo único que cambia es que es un poquito más fuerte.— El doctor Yoshida tomó su maletín de cuero cuadrado y grande y se marchó mientras hacía una reverencia justo en el marco de la puerta, yo se la devolvía de la misma manera.
Miré la pequeña caja de fármacos que me facilitó mi médico de familia con un interés prácticamente inexistente. Suspiré pesadamente y dejé la gran habitación donde me solían hacer exámenes psicológicos.
Posteriormente al ingresar en la planta principal de la mansión Brown luego de traspasar un par de pasillos largos y amplios llegué a mi destino. La despensa. Allí pude observar que tramaban las cocineras aunque siempre me echaban por merodear y hacerlas sentir incomodas debido a mi atenta mirada.
— Ya se que te gusta la cocina señorita
T/n pero usted debe esperar a que la hora del almuerzo llegué. Son ordenes del señor Brown. —El señor Brown, ¿ a quien le importaba ese señor? Nunca estaba aquí, el adiestrador de perros ha visitado mas esta mansión que él mismo el cual según todo el personal es el señor de la casa.
Me dejé caer en la sala de estar, y en cuanto mi nunca tocó el esponjoso y acogedor cojín del gran sofá de piel con un tono café caí en los brazos de Morfeo instantáneamente.
Mi sueño no duro mucho, pues fue interrumpido por el mayordomo. Ante mis ojos aparecieron un reloj de bolsillo colgante dando las dos y media de la tarde . Ni un minuto más ni un minuto menos.
— Señorita el almuerzo esta listo, el menú de hoy tenemos de entrante corvina con salsa de chile dulce, el plato principal no es nada más que magret de pato y granada y por último un delicioso pudding de chia. — No pude evitar suspirar junto con aquella sensación de peso en el pecho y tras recomponerme tallarme el ojo.
— Muchas gracias señor Minatozaki. — Este se marchó dejándome completamente sola en la sala, una pequeña brisa de aire trajo consigo un aroma bastante agradable para mis fosas nasales. Es una pena, que ya haya probado este plato como cien veces, pero si digo algo el señor Brown, digo papa, me dirá que este plato es calidad y no debería rechazarlo de ninguna de las maneras.
A veces me pregunto porque no tengo la misma manera de pensar que papa, si el y yo tenemos la misma sangre ¿Por qué no soy igual que el? Además, llevo la misma vida que el, pero tan solo quiero salir, ver el mundo y ser feliz.
Aun recuerdo todas las veces en las que papa intento comprarme la felicidad, en todas ellas fracasó. Como es de esperar, aunque el no se lo esperaba.
— Mañana a las cinco tenemos paseo en caballo señorita T/n no lo olvide. — Levante mi vista del plato entrante ya terminado por mi. Mi mirada cayó justo en el señor Minatozaki, el mayordomo de la casa.
— No me encuentro bien para salir. —prefería evadir una salida sin sentido caminando en un pobre caballo que solo es mantenido con paja y agua para abastecerse de vueltas sin sentido por el campo.
— ¿Que es lo que le ocurre?— Negué intentando buscar una manera para mentirle y que me creyese.
— No me encuentro bien estoy muy cansada. — Mire hacía otro lado intentando distraerme con algo para calmar mis nervios. Quizás sentía que algo malo estaba por llegar.
— Su padre nos acompañara, ahora mismo esta descansando perdóneme por no decirle antes. — Ante todo seguí negando.
— Lo siento no me siento apta para tomar un paseo en caballo. — Escuché la puerta abrirse detrás de mi. En estos momentos maldije el haberme sentado justo detrás de la puerta grande de la zona del comedor.
— ¿Se puede saber, porque mi hija se rehusa a tantas actividades?— Se tomó el tiempo de rodear el gran mesón para sentarse en frente de mi y posar su puro en un cenicero de cristal que justamente apareció de la nada.
Tragué fuerte y sonoramente antes de hablar.
— No me encuentro bien conmigo misma. Eso es todo papa, me alegro de verte. Es bueno que hayas venido. — Miré hacia la mesa, papa me tenia dicho que no estaba permitido mirarle a los ojos, lo cual me permitía mentirle con más facilidad.
— Según me ha dicho el Doctor Yoshida estas estable, tu depresión no ha ido a más, pero tampoco estas mejor. Estoy cansado de las mismas excusas de siempre así que se una buena hija y tomate tus medicinas para ir mañana a pasear.
Sentí mis manos sudar, y fruncí mi ceño instintivamente.
- No quiero, me hacen sentir mal. Esto no es una solución. — casi se me para el corazón al escuchar el sonido de sus manos estamparse con la mesa haciendo caer el cenicero de cristal junto su puro.
— QUIZÁS ES PORQUE TU ERES UNA DESAGRADECIDA Y NUNCA TE TOMASTE ESAS PASTILLAS. — Gritó mientras me mandaba una mirada amenazante.
— Las probé, y me daban nauseas y mareos continuos. Eso no me vale. —
— Pues ya no se que hacer contigo, no puedo con tu actitud. Lo tengo todo y tu no quieres nada, quieres recluirte llorar y dormir. ¿Nunca te has preguntado porque nunca te llevo a un viaje? Simplemente con verte me recuerdas a tu madre y encima ver tu cara de querer morirte, ¿no te gusta la vida que llevas? Pues muchos se matan por estar como tu. Y mírate, una completa desagradecida. — Tenía miedo de sus comentarios, pero ahora no entiendo porque no me hacen sentirme peor.
— No quiero esto, quiero ser feliz. Cuando salgo en coche y veo a las chicas ir a sus escuelas me da envidia, yo quisiera ser como ellas. Caminar a pie, llevar por mi propia cuenta una maleta con libros, llegar y vivir con complicaciones. Esta no es la vida que quiero, necesito respirar, socializar, y no me vale aquellas ''amigas'' que son hijas de tus amigos los empresarios. No soy como tu, tu no eres como yo. Déjame al menos experimentar como es todo, tan solo quiero ser una chica normal. — Su mirada llena de odio me dio a entender como era todo.
— No.
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Liberty (Chifuyu, Mikey y T/n)
FanfictionVivi toda mi vida abasteciéndome de fantasías y sueños que no llegaban a cumplirse. Soñar no es gratis, el producto eres tu. Y ya es hora de cambiar esto.