Capítulo 1 : " Fechas que marcan "

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Encendí un cigarrillo mientras cerraba los ojos apoyando mi cabeza en la pared. Estaba en la parte de atrás de la discoteca de moda de ese año.

1988.

La música sonaba y los gritos eufóricos de la gente estaban a punto de hacerme estallar. Estaba fuera del local porque no soportaba a las amigas de mi hermana.

"Hoy vamos a salir de la discoteca con novio."

¿Qué chorrada era esa? Pensaban que en una discoteca en la que todos estaban bebidos más de la cuenta encontrarían al príncipe azul que las sacararía en brazos por el umbral de la puerta.

- Idiotas - dije en voz alta guardando mi encendedor en el bolsillo de mis vaqueros negros.

No encajaba con ellas. La verdad no encajaba con casi nadie. Solo tenía a Jack. Mi mejor amigo. Era un jodido loco que se había casado con Sally, una chica de dieciocho años que tenía más dinero que todos la gente que estaba en la discoteca.

Una rica asquerosa que le hacía feliz y aunque no entiendese el motivo, estaba feliz por él.

Jack era el único que me entendía. Nunca nos dábamos explicaciones, simplemente actuábamos en un segundo. Sin importar lo que ocurriese después.

Y hoy no había salido. Había quedado con su esposa y claro, mi hermana Laia para animarme pensó que sería buena idea que saliera con ella y sus amigas.

Era dos años mayor que yo pero, parecía que la edad no encajaba con ella.

Era dulce, adorable, social... Una muñequita de ojos marrones que siempre andaba por ahí sonriendo.

Yo era la sombra.

Sí, la sombra pero no de mi hermana. Mi propia sombra.

La sombra de Megan.

Era oscura. Una chica callada, dura, antisocial... y que casi nunca reía.

Cualquier madre no dejaría que sus hijos tuvieran una amiga como yo. Ni siquiera como conocida.

Escondí un mechón de pelo detrás de mi oido y separé el cigarro de boca. Mi hermana me estaría buscando como una loca por toda la discoteca.

Apagué el cigarrillo y caminé hacia el interior del local. Al entrar, vi a Laia bailando cogiendo la tela de su vestido de vuelo azul cielo y girando como si fuera una princesa de cuento. Sus amigas alrededor bailaban como ella.

Eran iguales...

Me acerqué a ella, de inmediato sonrió y me miró. Sin dejar de bailar.

- Te estuve buscando - gritó con una sonrisa.

- Ya... Me voy a casa - agarró la tela de mi cazadora de cuero negra y tiró de mi hacia ella.

- Megan, no no te vayas aún.

- Estoy cansada, Laia. - Hizo un puchero y yo agaché la cabeza. - Por favor...

- Me largo, Laia.

Las amigas de mi hermana se despidieron de mi con la mano.

Al salir, vi como un coche se acercaba a toda velocidad, cuando el coche se detuvo delante de la puerta de la discoteca, mi hermana salió para pedirme sus llaves que yo las tenía guardadas en mi cazadora.

Se las di pensando que entraría pero se quedó mirando al coche del que bajaron tres chicos.

Parpadeé un par de veces al ver a un chico moreno, de pelo rizado, de piel algo oscura... A medida que se iba acercando a la puerta vi, que sus ojos eran grandes y castaños. Era guapísimo.

Agaché la cabeza cuando ya estaba en la puerta y me aparté un poco.

Abrazó a mi hermana.

Ese chico abrazó a mi hermana y los otros dos también... ¿Eran amigos?

Laia sonrió un poco y me miró:

- Megan, ven voy a presentarte. - Me mordí el labio y me acerqué a ellos sin ganas. - Este es David - dijo señalando al chico que era más bajito. - Él es Fred. - Miré al otro chico que estaba a mi lado. - Y él es Michael.

Aquel chico se llamaba Michael.

Yo les saludé con la mano y agaché la cabeza.

- Y ella es Megan, mi hermana - al volver a mirarles vi como Michael, alzaba una ceja algo sorprendido.

Normal.

- No os pareceis - dijo volviendo a mirar a mi hermana.

- Tenemos estilos diferentes. Ella es muy rockera y yo soy...

- Ella es la dulce de la familia - susurré haciéndoles reir.

- Está en lo cierto - dijo Michael pasando el brazo por los hombros de Laia.

Tragué saliva y algo dentro de mi me impulsaba desear que yo quería ser mi hermana. Por primera vez, quería ser ella. Y el causante era ese chico.

- Yo me voy ... - dije.

- Te veo en casa - contestó mi hermana antes de entrar a la discoteca.

Me giré y vi como Michael se había dado la vuelta para mirarme por última vez ese día.

Aquel día marcó un antes y un después en la historia de mi vida. Lo supe mientras iba caminando hacia casa. Podría haberme tatuado esa fecha en mi piel.

Ahora no era mi propia sombra, era la sombra de Laia.

Supe que ella iba a ganar siempre.

7 de Agosto de 1988.

" El mundo de Megan "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora