Capítulo 15 : " Otro motivo "

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Respiré hondo soltando el volante y mierando detenidamente aquella casa.
De nuevo estaba allí.
Cogí la caja de pasteles que había comprado y salí del coche.
No podía creerlo, Michael había aceptado que cruzase al menos el umbral de su casa. Gracias a su hija, sí. Pero así estaría con ellos y al fin conocería al pequeño Mike.
Al instante de tocar la puerta, escuché unos cuantos pasos que se aproximaban. Megan abrió la puerta y sonrió al verme. Soltó el peluche que traía agarrado del brazo y abrazó mi pierna.

- ¡Megan! - exclamó - ¡Eres guapa!

- Creo que quieres decir "estás guapa" - ella asintió - Pero tú también eres muy guapa, Megan.

La niña se ruborizó y cogió de nuevo su peluche. Con su otra mano, cogió la mia.

- Huele a pastel - dijo ella haciéndome caminar.

- He traido pasteles recién hechos - la pequeña dio un salto y aplaudió.

- ¿De chocolate?

- Sí, creo que hay un par de chocolate - dije intentando no reir.

- ¡Genial!

Al llegar al salón que estaba unido al pasillo por un humbral sin puerta, seguro que para mejor aceso al pequeño Mike, vi que la televisión estaba encendida con un canal de dibujos. Delante de la tele, había una alfombra con un montón de juguetes desordenados. Más atrás, una pequeña mesa en el centro rodeada por unos sofás de color gris y negro.Al fondo, unos grandes ventanales que dejaban ver el gran jardín de la casa. Al lado derecho de la casa, junto al umbral, unas escaleras daban paso al segundo piso. Y al lado izquierdo estaba la cocina, igual que el pasillo unido al salón sin puerta, separado por la encimera a modo de isla.
Era acogedor y se motaba que era un sitio en el que había niños viviendo. Me fijé en los cuadros y al pasar la vista rápidamente por ellos, vi uno que llamó toda mi atención. Una foto de Laia junto a Michael y los dos niños. Justo cuando iba a acercarme para verla mejor, escuché voces que cada vez sonaban más cerca. Por eso, me quedé quieta sujetando la mano de la pequeña.

- Gracias, Alice por ayudarme de nuevo - dijo Michael bajando las escaleras.

- No me des las gracias - susurró ella poniéndo una bufanda alrededor de su cuello.

- Puedes quedarte a comer si quieres - dijo él sin dejar de mirarla.

- ¡Ay, sí! ¡Alice, quédate con nosotros!
Al decir eso, todos miraron al salón. La niña le había pedido a esa chica que se quedase. No la conocía.
Su pelo rojizo y liso se despeinó un poco al ir a coger en brazos a Megan. Parecía no tener más de treinta años. Era muy guapa. Una chica alta, de ojos verdes y un gusto diferente para vestir. No como yo, que aún seguía llevando esas cazadoras de cuero negras a todas partes. De hecho, llevaba una encima de una camiseta blanca y unos vaqueros algo rasgados con unos botines de tacón. Ella llevaba una falda hasta las rodillas de color negro y una camiseta celeste. Le quedaba bastante bien.

Mientras yo intentaba no mirarla más, Michael se fijó en mí y yo bajé la cabeza un poco incómoda. Estaba en su casa, invadiendo su espacio después de años sin verle y con esa chica a la que no conocía, presente y los niños... Que ni siquiera sabían quién era yo.

- Vale, vale - dijo ella acariciando las mejillas de la niña - Me quedo.

- Alice - dijo Michael - Ella es Megan.

- Se llama como yo, Alice - interrumpió mi sobrina.

- Ya escuché - se acercó a mi con una sonrisa y yo le tendí mi mano. - Encantada, soy Alice. Soy hermana de un amigo de Michael y vengo a echarle una mano con los niños siempre que puedo.

" El mundo de Megan "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora