Capítulo 17 : " Recuerdos y novedades "

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Miré a mi padre algo preocupada ya que seguía algo débil de salud. Ahora parecía estar "mejor", estaba viendo la televisión y se le veía entretenido. Miraba con atención la pantalla sin perderse un detalle del partido.

- Papá - le llamé y al instante me miró - ¿Te importa que vaya a mi cuarto? Dejé muchas cosas aquí y me gustaría llevarlas a mi nuevo piso.

- Claro que no, sube y coge todo lo que quieras - dijo con una sonrisa - Por cierto, tendré que ir a ver tu nuevo piso.

- Cuando quieras, papá. Es tu casa - susurré antes de subir las escaleras.

Los recuerdos invadieron mi mente al menos los pocos que recordaba debido a lo que solía tomar no recordaba mucho. Aunque algunas fechas, estaban grabadas a fuego en mi cabeza.

- Dios - me oí decir a mi misma nada más cerrar la puerta a mi espalda.
Estaba en mi cuarto.
Miré toda la habitación y mordí mis labios al sentir que ese cuarto no era alegre. Era el sitio en el que escapaba del daño que me causaban y mi cuarto, estaba impregnado de eso. Malas vibraciones, llantos, tristeza, enfados...
Avancé y miré que en mi mesita de noche, seguía mi cajita en la que guardaba las fotos con mi madre.
Ella fue diferente en mi mundo.
Mi madre fue para mí, esa persona que necesitaba y odiaba a la vez. Ella se portó bien y mal. Cuando se marchaba notaba su ausencia y cuando volvía quería que se quedara para siempre. Aunque nunca lo hacía.
Tuvo problemas de dinero, apuestas. Sumándole alcohol, drogas y relaciones con otros hombres mientras estaba casada con mi padre.
A veces pensaba que si ella no se hubiese ido tan pronto todos estaríamos bien, su comportamiento habría cambiado y el mio sería diferente.
El estar sin ella desde las 10 años, dolía.
Y ese dolor no se iba encerrándose en una habitación.
Abrí la caja y saqué las fotos. Era como Laia. Rubia, alta... Preciosa. Sonreían igual.
Yo era diferente, más callada como mi padre. Sentía que el mundo no quería escucharme.
Pasé unas cuantas fotos y miré una de las últimas. Laia y yo salíamos con Jack, apoyadas en la puerta de su coche.

La echaba de menos.
Aunque nunca hubiésemos estado unidas y los últimos años fueron de lo peor pero, era mi hermana y la quería.
Le debía muchas cosas y quería cumplir mi promesa. Estaría con sus hijos hasta que ellos me necesitasen.

Mi móvil sonó, rápidamente lo saqué de mi bolsillo. Era un número que no conocía.

- ¿Sí?

- ¿Megan?

Dios... Era la voz de la pequeña Megan.

- ¡Papá, si es ella! - exclamó la niña riendo.

- Hola, Megan - dije a punto de emocionarme mientras miraba la foto de su madre. - ¿Ocurre algo?

- Megan - reconocí la voz de Michael al otro lado del teléfono.

- Hola, Michael

- Hola. Eeh... ¿Tienes plan esta noche? - levanté una ceja.

- No, no. ¿Por?

- Bueno, ya hace tres días que los niños no te ven y... Han insistido en invitarte aquí a casa a cenar.

- Pues, puedo ir - "puede venir"; dijo en un susurro seguramente para transmitírselo a Megan.

- ¡Bien! Dile que traiga pasteles - dijo ella.

- Megan... - susurró Michael.

- Puedo llevarlos si quereis - dije sonriendo.

- No hace falta - comentó él.

- Papá... - reí al escuchar a Megan.

- ¿Quieres... Venir a las ocho?

- Claro, allí estaré.

- De acuerdo. - Susurró - ¡Adiós! - Dijeron los dos al unísino.

- ¡Hasta luego!

Respiré hondo mientras alejaba el móvil de mi oido.
¿Las cosas estaban empezando a ir bien de verdad?
Nunca pensé que Michael fuese el primero que iba a llamarme para quedar e ir a su casa a cenar con ellos. Era... impensable.
Y... ¿Cómo había conseguido mi número?
Esta noche debía preguntarle.
Sonreí un poco mientras guardaba las fotos en la cajita y la dejé en la mesita antes de salir.
Quién iba a decirme a mi, ¿que iba a salir de mi cuarto sonriendo gracias a Michael?

8 de Enero de 1995.

" El mundo de Megan "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora