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Según lo acordado con su madre, aquella tarde al sonar la última campana Draco se dirigió hacia la séptima planta. Había llevado todo el día con él la capa de invisibilidad escondida y a buen recaudo. Había ignorado los mensajes que Pandora le había enviado desde la noche en que discutieron y había evitado encontrarse con ella, aunque solo fuera mediante miradas. Le pareció verla triste y afligida y, lejos de lo que alguien pudiera pensar, se sintió culpable por ello.

Durante el último año nada le había resultado fácil a Draco Malfoy pero aquello se le antojaba de lo más cruel. Jamás hubiera pensado que pudiera dejar atrás sus prejuicios y abrir su mente y su corazón a alguien. Mucho menos a alguien con padres de origen muggle. Y, aun así, allí estaba: en la peor encrucijada de su vida. La vida de todas las personas a quien quería, pendía de un hilo. Eso le partía el corazón que tanto se había esforzado en ocultar que tenía.

Ignoró la última mirada de súplica que Pandora le lanzó aquella tarde y salió del aula sin mirar atrás. Se perdió entre la multitud de alumnos. Después de tantos meses, ya era un experto en escabullirse y conocía los mejores trucos. Aprovechó el tumulto para esconderse en el armario de las escobas y allí sacó su capa. Se cubrió con ella y enfiló al séptimo piso.

Con la certeza de que, muy lejos de allí, los mortífagos y Greyback se reunían en el que una vez fue su hogar, entró dentro de la sala de los menesteres una vez más. Dejó caer la capa y echó un vistazo a la sala. Plenamente consciente de que Pandora no iba a acudir a su encuentro aquella noche, la veía en todas partes.

Un deje de amargura tiñó su sonrisa al recordar la noche en que le siguió y se coló en la sala interrumpiendo sus planes. Como la tormenta que no vio venir, Pandora había sido todas y cada una de las gotas que calaron en él y le llegaron hasta los huesos evitando que terminase de marchitarse.

Allí, encerrado y completamente solo, se permitió a si mismo dejar que todos sus recuerdos pasearan por su mente una última vez. Lo habían compartido todo; habían visto lo mejor y lo peor de cada uno. Se reprimió a si mismo por haber sido tan estúpido de creer que todo aquello tan solo había sucedido gracias al juramento. ¿Y si Pandora decía la verdad? ¿Y si realmente hubiera estado allí pese a todo?

Rememoró la primera sonrisa socarrona que había logrado arrancarle, lo inexplicablemente nervioso que le había llegado a poner en determinadas ocasiones, el día en que no le importó llorar delante de ella y el día en que ella se derrumbó frente a él. El modo en que le había mostrado una realidad que ni si quiera sabía que existía. Como le había abierto las puertas de su hogar y su mundo aun sabiendo su opinión al respecto. Como se habían convertido en uno. La forma en que, sin darse cuenta, todas sus noches habían pasado a girar entorno a ella.

Eso era lo que le escondía a su madre: Pandora era la razón por la que Draco creía, por primera vez, en el amor.

Paseó su triste y gris mirada por la estancia. Tal vez ella no estaba en aquella habitación esa noche, pero la sala se empeñaba en recordársela. Ni rastro de Pandora, pero su piano seguía allí.

Draco ahogó un suspiro y se acercó al armario. Deslizó sus dedos por los nudos de la madera. Necesitaba un minuto. O dos. Rezó por haber logrado con su cometido y no quedar atrapado en el limbo entre Hogwarts y Borgin y Burkes. Abrió la puerta y echó un último vistazo a la sala antes de meterse dentro. Cerró la puerta tras él y, aliviado, comprobó que no habían errado al arreglarlo. Inmediatamente, la oscuridad y el frío se le echaron encima, arrastrándolo rápidamente hasta el callejón Knockturn. Temblando, Draco abrió la puerta del armario y abrió los ojos lentamente. Gruñó de alivio al comprobar que su madre tenía razón y el local estaba totalmente a oscuras. No había nadie allí. Ni rastro del señor Borgin ni de Greyback.

Después de todos esos meses, Draco pensó que aquello le haría sentir bien. Llevaba soñando con ese momento tanto tiempo y, ahora que se había convertido en realidad, lo único que lograba sentir era repulsión. Acababa de abrir una brecha letal en Hogwarts. Había soñado con asistir a Durmstrang desde que tenía uso de razón, pero aquel había sido su hogar durante seis años y no podía evitar sentirse parte de él. Sabía que una vez comunicara la noticia, aquello daría el pistoletazo de inicio de la segunda guerra mágica.

Volvió a cerrar la puerta y se dejó arrastrar hasta la escuela de nuevo. Salió del armario mareado, pero fue incapaz de discernir qué de todo el cúmulo de sentimientos que hervían en su interior le hacía sentir de ese modo. Obturó el armario otra vez y se alejó de él. Recorrió la sala de nuevo y sus pies le llevaron hacia el piano. Se dejó caer en el banco y paseó sus dedos por las teclas.

En aquel instante, hubiera dado hasta el último galeón de su fortuna por poder escuchar a Pandora una vez más. Siempre sabía qué decirle o qué cantarle. Iba a echar aquello mucho de menos. Se descubrió a si mismo esbozando una tímida sonrisa mientras recordaba la noche en que celebraron sus cumpleaños y la canción que habían compuesto. "Componer es terapéutico" le había asegurado Pandora para convencerle. Y lo había sido. En escasos minutos habían convertido todas sus frustraciones en una canción. Para cuando quiso darse cuenta, sus dedos estaba jugueteando con las teclas del piano y, segundos después, una simple melodía sonaba.

"Vacía tu mente. No tengas miedo de hablar. Todo lo que guardas sirve". Las palabras de Pandora retumbaron en su cabeza. La melodía aun resonaba y sin poder evitarlo, la voz escapó de su garganta dando forma a todo aquello que llevaba tiempo pensando y no se había atrevido a contarle a nadie en alto:

Everybody knows my name now

But something about it still feels strange

Like looking in a mirror, tryna steady yourself

And seeing somebody else

And everything is not the same now

It feels like all our lives have changed

Maybe when I'm older, it'll all calm down

But it's killing me now


But nobody to call?

Maybe then you'd know me

'Cause I've had everything

But no one's listening

And that's just fucking lonely

I'm so lonely

Lonely

Everybody knows my past now

Like my house was always made of glass

But maybe that's the price you pay

For the monеy and fame at an early age

And еverybody saw me sick

And it felt like no one gave a shit

They criticized the things I did as an idiot kid

What if you had it all

But nobody to call?

Maybe then you'd know me

'Cause I've had everything

But no one's listening

And that's just fucking lonely

I'm so lonely

Lonely

Para cuando la última nota dejó de sonar, el rostro de Draco estaba ya empapado. 


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Os dejo el enalce a la lista de reproducción de Spotify del fanfic:

https://open.spotify.com/playlist/4EghLQTLJ86ylk3ObNtB6E?si=f96f14a34ebb4870

Para los que no tengan Spotify les dejo igualmente el enlace a la canción del capítulo:

El juramento inquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora