48

221 37 5
                                    

Con el paso de las semanas Draco fue recuperando la autoridad con sus compañeros de casa. El fin del castigo de Blaise ayudó considerablemente. Desde que Hermione había dejado de pasarle los trabajos a Pandora, se vio obligado a dejarse ver por clase con más frecuencia. La excelencia académica no era negociable para los prefectos y escudado bajo el pretexto de que el único motivo por el cual había actuado la noche del karaoke era conservar su puesto, se vio obligado a intentar mantener las apariencias para recuperar la confianza de sus colegas. Aunque Pandora le había asegurado que no le iba a tener en cuenta que fuese cruel con ella delante de su grupo para volver al liderazgo, lo cierto era que le costaba horrores interpretar aquel papel. Pero para el bien de todos y, sobre todo, para el bien del plan tuvo que hacerlo. Por suerte, Pansy estaba tan entretenida con Blaise que apenas se interesó en volver a la carga contra Pandora. Aunque mantuvo el tono despiadado, la frecuencia de sus ataques disminuyó notablemente.

Las vacaciones de Pascua estaban a la vuelta de la esquina y las ganas que todo el mundo tenía de poder descansar unos días comenzaban a palparse en el ambiente. Los que llevaban las tareas al día, serían lo suficientemente afortunados de poder gozar de un respiro, pero a algunos se les acumulaba la faena...

- ¿Lo has terminado de leer? – preguntó Draco - ¿Has encontrado algo? Si Dobby realmente quería decirme algo – dijo – está siendo muy sutil. Sabiendo como son mis padres, no me extraña que nunca me hayan dejado leer La Fuente de la Buena Fortuna. Tiene que haber algo más pero no consigo averiguar el qué – resopló – además es la primera vez que tú lees estos cuentos, ¿cómo vas a poder ayudarme? – era evidente que estaba agobiado.

Pandora se frotó los ojos e hizo una mueca. Aunque Draco se hubiera dado cuenta de que no quería ser cómo su padre, seguían siendo demasiado parecidos. Tanto, que ambos le recordaban a su propio progenitor. Los tres hubieran cometido el mismo error. La fábula en cuestión no era lo más importante.

- ¿Te suena de algo un tal Brutus Malfoy? – preguntó Pandora rompiéndole todos los esquemas.

- ¿Qué...?

-Puede que Dobby quisiera que recordaras este libro, pero las historias de las que tu padre se avergüenza no son lo único a lo que quiere que prestes atención – dijo ella abriendo el libro y deslizando sus dedos entre las páginas y las líneas. Le mostró como, por orden de lectura, algunas letras estaban resaltadas y si se unían resultaban en el nombre que le acababa de mencionar. – Está claro que es un familiar tuyo, pero, ¿sabes quién es?

Draco frunció el ceño, pero enseguida los puntos empezaron a conectarse en su cabeza. Se vio con Dobby leyendo en el salón, delante de la chimenea al lado de un antiguo retrato de un viejo antepasado. El brillo en sus ojos confirmaba que había encontrado el hilo del que empezar a tirar.

-Tal vez sea hora de que vuelvas a casa estas vacaciones – sugirió Pandora al ver que habían dado con algo – te ayudaría, pero con lo que sabemos de tu familia – añadió al ver que Draco la miraba con pesadumbre – es posible que haya trampas mortales para los sangre sucia como yo y me gustaría seguir con vida – dijo riéndose de las altas probabilidades de que aquello fuera cierto – además, alguien tendrá que echarle un ojo al armario.

Draco sonrió levemente y asintió con la cabeza ajeno a que, en realidad, la única razón por la que Pandora prefería quedarse en Hogwarts era que Estefanía le había contado que la palabra "divorcio" cada vez estaba más a la orden del día en casa y no tenía ganas de lidiar con todo aquel drama innecesario.

(...)

-Hermione si es por lo de Harry... - dijo Ron mientras terminaban los deberes delante de la chimenea de la sala común de Gryffindor – es mi casa. A quien tiene que parecerle bien que vengas es a mí no a él. Bueno... - reflexionó – quizás también a Ginny, pero con ella estás bien, ¿no?

Pasados unos días del incidente con Pandora, Hermione intentó hablar con Harry para tratar de hacerle entrar en razón. Sabía que lo estaba convenciendo de una mentira, pero pensó que era lo mejor para él y para que pudiera centrarse en lo que de verdad importaba. Sin embargo, no salió como esperaba. Él no se lo tomó bien y terminaron discutiendo. Aunque volvían a hablarse, ninguno de los dos había vuelto a sacar el tema y la situación seguía siendo algo tensa.

-No es por eso Ron – dijo Hermione sin levantar la vista del pergamino – ya te he dicho que me gustaría pasar las vacaciones con mis padres.

-Como quieras... - respondió Ron – pero vas a perderte nuestra caza de huevos de chocolate anual. Sabes que mi madre es la mejor haciéndolos.

- ¿Me enviarás alguno? – preguntó ella.

-Pues claro.

Ron y Hermione se gustaban desde hacía tiempo, pero tenían una forma peculiar de demostrarlo. Ninguno de los dos se atrevía a dar el paso por miedo y, aunque para el resto de personas era evidente que el sentimiento era mutuo ellos no lo veían tan claro. Después de que Ron terminase en la enfermería tras beber de la copa de hidromiel envenenada que el profesor Slughorn le ofreció y lo primero que hiciera al despertar fuese decir su nombre, ninguno de los dos había vuelto a mencionar el tema. Hermione seguía pensando que Ron todavía estaba resentido por haber ido al baile de cuarto con Krum (cuando en realidad ambos querían ir juntos) y Ron seguía lidiando con lo que le suponía vivir a la sombra de sus hermanos y ser "el mejor amigo de Harry Potter". ¿Quién podía culparle si la inseguridad se apoderaba de él de vez en cuando?

-Listo – dijo Hermione cerrando el libro que estaba consultando.

- ¿Cómo puede ser que ya hayas terminado? – preguntó él. Después de seis años a Ron le seguía fascinando la capacidad para trabajar en multitarea que tenía Hermione.

El juramento inquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora