Capítulo 24 - Mentiras

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Hogwarts, entre otras cosas, era una sociedad muy cerrada. La gente se despertaba, comía, asistía a clases, estudiaba y dormía, todo en el mismo edificio, en el mismo lugar. Aunque la vida nunca era aburrida, sí era constante y predecible. De este modo, por mucho que se intentara mantener todo en privado, surgió la noticia de un romance entre un acosador de Slytherin y una Ravenclaw sangre sucia que, según los rumores, es la ahijada de Dumbledore. El molino de rumores se puso en marcha.

"...Los vi con mis propios ojos. Estaban juntos escondidos en el tren. Vi a Wallis salir del baño, y unos minutos después Malfoy también..." dijo la Ravenclaw a su amiga Gryffindor.

"...que puta..."

No podía imaginar qué más podían estar diciendo, si no tenían el cuidado de susurrar eso en el Gran Comedor.

No ayudó que decidieran no ignorarnos en los pasillos. La gente se había acostumbrado a que Draco me acosara casualmente en los pasillos. Yo había sido su principal objeto de burla durante todo el año pasado así que, por supuesto, la gente se daba cuenta de la poca atención que recibía de él.

Entré en el Gran Comedor una semana después y aún así, todas las miradas estaban puestas en nosotros. Nada había cambiado, la gente seguía susurrando lo mismo, hablando mal de nosotros. ¿Por qué nadie se ocupaba de sus propios asuntos en este colegio?

"...pobre chica..."

"...ni siquiera piensa..."

"...pensé que no llegaría tan bajo..."

"...tiene el valor de..."

"...pensaba que era una Ravenclaw; es realmente estúpida..."

Y todas estas cosas susurradas a mis espaldas iban seguidas de ojos poco amables y miradas apresuradas. A veces, algunas chicas ni siquiera se molestaban en susurrar o actuaban como si no pasara nada. A veces pensaba que todo el colegio se había puesto de acuerdo para que me hicieran sentir mal.

Pronto dejé de ir al Gran Comedor en las horas de mayor afluencia. Desayunaba antes que todos y me saltaba la cena la mayoría de las veces. La única vez que no se me hizo un nudo en el estómago, le rogué a Luna que me subiera algo de comida a la Sala Común para poder comer en paz, pero Luna me empujó de la cama y me bajó por las escaleras. No lo parecía pero tenía fuerza.

Me cogió de la mano mientras atravesábamos el arco pero maldije en silencio cuando me di cuenta de que Draco entraba en el Gran Comedor en ese mismo instante.

No me dirigió ni una palabra pero silenciosa y discretamente rozó sus dedos con mi antebrazo suave y rápidamente. Mi corazón palpitó con fuerza en mis oídos y me di cuenta de que tenía que tener cuidado con la rapidez con la que respiraba.

"Aw... Eso fue tan dulce!" susurró Luna cuando nos distanciamos de la parte ocupada del Salón.

"¿Te has dado cuenta?" Dije y me senté en nuestro lugar habitual en el extremo de la mesa.

"Mi gato podría haberlo notado. Y ya sabes que Braxtious es un gato encantador pero bastante tenso", respondió y se sirvió un poco de pudin.

La verdad es que si uno hubiera oído el rumor que circulaba por los pasillos, habría detectado fácilmente aquel encuentro mudo en un santiamén.

Detrás de nosotras, en la mesa de Slytherin, se sentaba un grupo de chicas a las que se podía oír en el otro extremo del pasillo. Tanto si se reían como si simplemente hablaban, sus voces agudas resonaban en nuestros oídos.

"Sólo quiero ver cuánto va a durar", dijo una de ellas. No estaba cotilleando, por supuesto. Si lo hiciera, al menos se molestaría en susurrar o bajar la voz de forma respetuosa. No, esta chica quería que la escuchara.

Nunca•La Hija Perdida | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora