Capítulo 3 - Sombrero Seleccionador

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"Anne Wallis", me llamó la profesora McGonagall.

Sentí el sudor frío en las palmas de mis manos mientras subía los escalones. Había deseado un poco más de tiempo, unos cuantos nombres más para calmarme.

"Hmm, bueno, esa eres una chica inteligente. ¡Sabia como una Ravenclaw! Sí, creo que realmente eres la persona más sabia que he clasificado en años. Casi, tan inteligente como Helena Ravenclaw, la hija de Rowena. Pero, ¿es eso valentía lo que veo ahí? ¿Es eso una necesidad de hacer tu propio futuro? Oh, ahora, estoy dividido. Gryffindor te vendría bien también. ¡Oh! Otro aspecto divertido. ¡Mira ese talento! ¿Son habilidades especiales? Slytherin estaría orgulloso de tener tal talento. Y sin embargo, veo algunos rastros de lealtad. Una Hufflepuff de corazón. ¡Oh! ¡No he estado tan confundido en años! ¿Y qué dices tú, querida niña?"

'Supongo que tú misma puedes tomar la decisión correcta'. Pensé en silencio.

"¡Qué raro! ¡Nadie ha dejado pasar la oportunidad de elegir su propia casa antes! Qué sabio. ¿Y qué hay de tus padres, niña?"

"Mis padres no son magos", susurré.

"¡Qué extraño! Apostaría todo a que están en Slytherin. Déjame elegir, entonces. Esta sabiduría no debe ser ignorada. ¡RAVENCLAW!"

No sabía por qué, pero estaba satisfecha con eso. Como él decía Ravenclaw era para los listos e inteligentes. Estaba feliz con la idea de que yo era la chica más inteligente que el sombrero seleccionador había visto en años.

"Pero ten cuidado, joven Wallis", dijo el sombrero en voz alta. "Nada bueno proviene de decisiones rápidas y audaces. La sabiduría fluye y tú también debes hacerlo".

Con el temor de parecer incómoda en medio del pasillo, retrocedí rápidamente sin decir nada. En ese momento, no pude sino ignorar las palabras del sombrero. Más tarde, pensé en ellas detenidamente, pero no conseguí entender su significado.

La dama negra y desgastada me señaló dónde estaba la mesa de Ravenclaw.

Me senté y esperé a conocer a mis compañeros. Recuerdo que a Harry Potter lo pusieron en Gryffindor y a Draco Malfoy, el chico triste, en Slytherin. Al cabo de cinco minutos le tocó el turno a Luna y me alegré mucho al ver que también la habían clasificado en Ravenclaw.

Después de la ceremonia de clasificación, llegó la hora del banquete y fue la oportunidad perfecta para conocer a mis compañeros. Me sentaron junto a un alumno de tercer año.

"Jack, ¿con qué criterio nos han clasificado? Quiero decir, ¿cada casa representa algo?"

"Déjame decirte: Gryffindor es para los valientes, o como yo siempre digo, los talentosos, Hufflepuff es para los leales, o como yo digo, los sobrantes" -bueno, eso es ofensivo- "y Ravenclaw -que somos nosotros- es para los inteligentes, o como yo digo, los geniales", se rió. No podía pensar que no me había dado cuenta de que sólo había mencionado tres de las casas, claro.

"¿Y Slytherin?"

"¿Slytherin? Bueno, se supone que son los que son como Gryffindor: talentosos, pero no valientes". Lo miré como si no estuviera satisfecho con su respuesta. "O como dicen todos menos los de Slytherin, los malos, los ricos, los matones y por supuesto los sangre pura".

"¿Sangre pura?"

"Los que tienen padres magos".

"¿Y qué pasa con los que tienen padres muggles?" Como yo...

"Son los nacidos-de-muggles", dudó como si no quisiera decir la palabra pero no había odio en su voz. "O más a menudo referidos desde los Slytherin como los... hm... los..." se aclaró la garganta. "Sangre sucia... Pero no volvamos a usar esa palabra..." susurró.

"¿Ser nacida-de-muggles es algo malo?"

"Bueno, según los Slytherins... sí. Para ellos, un nacido-de-muggles es menos mago".

"¿Eso significa que soy una sangre sucia?" Dije y Jack se giró para mirarme con bastante pesar.

Nunca•La Hija Perdida | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora