Parte nueve.

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Años antes.

Estaba cansado, el sonido de los pasos rápidos de mis pies se escuchaba por todo el pasillo y es que la campana había sonado desde hace veinte minutos, por lo esperaba que estuvieras fuera, mas no fue así. 

Miré a algunas personas terminando de salir de los salones, dejándolos completamente vacíos. Llegué después de tiempo al número que ya era tan conocido para mí, asomándome por la pequeña ventana de la puerta, logrando localizarte entre los estudiantes colgando con un rostro cansado la correa de la mochila. La puerta se abrió y me apoyé sobre la pared, mirándote salir con una amplia sonrisa al verme que me contagió al instante. Hace una semana que no hablábamos más que por simples mensajes de texto después del castigo, para mi pobre corazón enamorado había sido una eternidad.

Tus brazos me rodearon con fuerza y dejaste un montón de besos en mis mejillas, dijiste lo mucho que me echaste de menos y entre pequeños jugueteos salimos del gran edificio, partiendo finalmente a tu casa. Nuestra salida temprano realmente había dejado mucho tiempo para pasar juntos, entre besos y risas la tarde pasó volando, sorprendiéndonos a ambos por las horas tan altas que dieron.

No me di cuenta el momento en el que llegamos a mi casa, la luz de la cocina estaba encendida, así que me empujaste con suavidad a la pared evitando de esa forma la gran ventana y cualquier posible interrupción. Besabas mis labios con ternura mientras tus manos tomaban con firmeza mis caderas y a pesar de lo bien que me sentía, lo que susurraste me dejó helado y eso lo notaste con facilidad, ya que tu rostro se deformó en una mueca avergonzada al verme mirándote fijamente, pidiendo con una sonrisa tímida que lo repitieras nuevamente. "Quiero casarme contigo", pronunciaste con un suave sonrojo que me hizo sonreír ampliamente, abrazándome a ti y dejando que aquella constante necesidad de no dejarte ir, me llenara.

Entre a casa muy tarde esa noche, murmurando un "Te amo, YoonGi" antes de cerrar la puerta. Recibí un castigo de mi madre nuevamente ante la hora de llegada, pero estaba feliz después de tantas promesas que, en mi corazón, tenía la esperanza de ver cada una de ellas cumplidas a tu lado.


¿Qué más daba un pequeño castigo por aquella gran noche?

𝐈𝐍𝐅𝐈𝐄𝐋┃𝐘𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora