Tengo muchas ganas de ser como tú.
Lo descarado que eres, tu poca empatía, tu insensibilidad, tu estresante risa burlona que aparece cuando crees que yo me he creído otra de tus mentiras. Tu facilidad de mentir. Tu fácil forma de enredar a las personas con unas simples palabras para ponerlas justo donde quieres.
El tiempo seguía igual y parece que yo no aprendía nada de esto. Me odio, me odio tanto. Odio tanto seguir cayendo en tu juego, odio estar a tus pies, odio amarte tanto como para pensar en excusas sobre todas tus acciones. ¿Por qué tengo que defenderte? ¿Por qué me siento mejor con ello? No hay peor ciego...
Odio verte, pero amo sentir las pocas caricias que me das. Amo sentir tus dedos en mi cintura, amo como aprietas mis muslos mientras me dejas acurrucarme contra tu cuerpo.
Estoy seguro de que sigo amándote como la primera vez, desde que éramos dos adolescentes hormonales que solo querían estar besándose, incluso en nuestras pequeñas discusiones y en aquellas palabras de arrepentimiento que cada uno tenía por decir.
Me juraste amor.
Hoy escuché en la radio que el matrimonio no vale nada, que el matrimonio es costumbre, que el matrimonio es rutina y que el amor es la cura del alma. ¿Y que si no hay amor? ¿Y si yo solo tengo un papel inservible que dice que soy la persona que por ley está unida a ti? Sé que no soy la persona que amas.
El seco sonido de la puerta principal azotando hizo que mi cuerpo temblara.
Hoy no pasaste de mí.
Cenaste conmigo, pero había algo en tus ojos.
Tus manos temblaban y carraspeabas cada vez que ibas a decirme algo.
Subimos a la habitación, vi cómo te vestías con aquel pijama oscuro de tela suavecita que yo amaba porque me hacía sentir calientito cada vez que te abrazaba al dormir.
Te pregunté si ocurría algo. No contestaste.
Te conozco y a pesar de todo, sé que tú me conoces a mí. No iba a rendirme tan fácil.
No sé de dónde saque el valor para preguntar si estabas ocultándome algo. Por primera vez, aquellos ojos que tanto amaba me hicieron sentir escalofríos. Tan fríos, podía firmar en donde sea que no eran aquellos que antes parecían gritar que me amaban con el solo mirarme.
Te acercaste a mí. Tu mirada desafiante me hizo temblar sobre la cama.
Preguntaste a que me refería.
¿Por qué no podía callarme?
"¿Alguien más? ¿Desde cuando eres tan estúpido para pensar eso? Estás loco Park Jimin, eso eres."
Ni siquiera dejaste que hablara, ni siquiera escuché que lo negaras. Te sentí acomodarte sobre la cama, escuché como tu respiración se tranquilizaba y yo seguía ahí, en la misma posición. Miraba la pared imaginando como yo mismo dejé que todo esto me pasara. ¿Min, cuántos meses pasarán? Tenía la esperanza de que solo fuera un rato, un pasatiempo que terminaría pronto, que dejarías de lado y todo volvería a ser como antes.
Parecía tan lejano mi yo del pasado, y cada vez que intentaba mantener viva esa esperanza, te encargabas de arrancarla con algo nuevo. Con él, de nuevo.
No sé cuándo tiempo tenía que esperar para escuchar la verdad.
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𝐈𝐍𝐅𝐈𝐄𝐋┃𝐘𝐌
FanfictionEn donde YoonGi comparte la cama con otra persona. Y JiMin lo sabe. 📍No copias ni adaptaciones.