XI

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Chapter 11:-

Ya era media noche en Seúl y las cuatro de la tarde en Los Ángeles, California. Rosé había estado vagando por la casa mientras su madre dormía plácidamente después de encontrarse con las maletas de su unica hija en el recibidor e ir corriendo a verla. 

La rubia había estado llorando un poco cada vez que su mente se perdía en los recuerdos, pero sólo unas lágrimas vacilantes. Ella sabía que no importaba si lloraba un mar o sólo unas gotas de rocío, igual no se sentiría mejor.

Entre tanto, Jimin moría de dolor a su par, un dolor diferente, seco y masculino. Había tanta energía en él acumulada que lo único que deseaba era levantarse y romper toda su habitación hasta que en ella no quedara una sola astilla recta.

Pasado el crepúsculo el sufrimiento era peor. Al llegar el ocaso ambos se enfrentaban al silencio y a la oscuridad que la hacían presa de sus pensamientos.

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En los días que pasaron Chaeyoung deseó ser de piedra, para dejar de pensar como también dejar de sentir.

Estaba enamorada de un hombre con culpas ruines. Y sufría por eso.

Gritar contra las almohadas y patalear un par de veces de desesperación era su manera de quedarse dormida. Intentó pensar que no debía lastimarla lo que sucedía, repasó una y otra vez los defectos de Park Jimin, hasta se dijo así misma que estaría bien, sin embargo, nada funcionaba. El amor y el llanto seguían allí, imperturbables.

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Una semana despues, Lisa al fin se encontraba en Grecia culminando su tour, cuando se enteró por la prima de Rosé, Park Sooyoung, que la susodicha se encontraba de regreso en Seúl y sin esperar mucho la pelinegra tomó el primer vuelo destinado a Corea.

Cuando llegó, tocó a la puerta con impaciencia y Rosé le abrió, recibiéndola con una sorpresa mal disimulada y una sonrisa forzada. Manoban cerró la puerta de un puntapié, tiró las maletas y abrazó a la rubia al instante; las piernas de Park la traicionaron. Chaeyoung lloró amargamente en los brazos de su mejor amiga.

-¿Qué fue lo que te hizo? .-preguntó la Tailandesa tomándola de los hombros.

Y Roseanne le explicó lo acontecido con mucha más calma. Cuando Park terminó de explicar, Lisa se quedó de una pieza sin saber que decirle, entonces la rubia consideró que sería un excelente momento para ir a preparar té.

Quince minutos más tarde, las dos se encontraban en el jardín de la casa tomando una infusión de frutos rojos.

-A ver si te entendí.-dijo la muchacha de cabellos negros tomando un sorbo rápido de su taza.-viniste aquí a pensar sobre tu relación con Jimin porque viste a esa pobre chica, Jeongyeon, llorar por él.

-Cuando la vi, me vi a mi misma y pensé; ¿qué estoy haciendo con un hombre igual al que me hizo sufrir? .-explicó Park en un suspiro.

-Rosie, cariño, no es por nada, pero debiste pensar eso antes.-señaló la menor mordiéndose el labio inferior. Rosé la miró con el semblante caído.

-No necesito un "te lo dije" ahora, Lalisa.

-No pensaba decírtelo, de todos modos, con todo lo que me has contado, él más que descarado me parece sincero ...

-Decídete, Lis.-le exigió la rubia al verla divagar en su juicio.

-No te me aceleres, querida amiga, que esta dichosa situación tuya no es precisamente común y corriente, ¿sabes? Es decir, hasta parece un dorama mal escrito para niñas de catorce años.

𝐁𝐀𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 + JiRoséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora