Día de lluvia

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Ese día por la mañan mi alarma no había sonado, faltaban quince minutos para tomar el próximo tren a la Academia, no llegaría a tiempo, pero tal vez si corría lo suficientemente rápido solo perdería unos minutos de clase, y en vez de poner a trabajar mi cuerpo me quedé viendo mis pantuflas de Pikachu.

Tenía 20 llamadas perdidas de Kirishima y el último de sus tropecientos mensajes decía algo de un abrigo, pero no tenía tiempo de leerlo.

Tardé cinco minutos en estar listo para salir de casa, mochila en hombro y con un trozo de pan con mantequilla en la boca comencé a correr hasta la estación de tren.

No quedaba mucho para llegar, mis pies chapoteaban, mi cuerpo se empezaba a sentir frío, como siempre y en se momento... ¿CÓMO QUE MIS PIES CHAPOTEABAN Y QUE MI CUERPO TENÍA FRÍO, CÓMO, QUÉ?"

Todo a mi alrededor estaba empapado, por la orilla de las calles pasaban corrientes de agua que se perdían en las alcantarillas, las gotas de lluvia eran tan heladas que no sabía si de verdad eran gotas o trozos de hielo. No podía volver a casa porque ya había recorrido mucho tramo, así que lo único que podía hacer era correr bajo la lluvia hasta la estación.

Y eso hice, llegué empapado de pies a cabeza, subí al tren y tuve que volver a correr para llegar a la entrada de la Academia, no había parte de mí que estuviera seca, y apareció esa asquerosa sensación de tener agua en los zapatos y mojados los calcetines.

Era un desastre, solo quería volver a mi casa y llorar en mi cama.

Todos estaban en clase porque habían comenzado hace 20 minutos. Me tendría que disculpar con el profesor Aizawa por llegar tarde e interrumpir la clase, y tal vez con un poco de suerte me dejaría ir a cambiarme de ropa a los vestidores de los entrenamientos físicos.

Cuando toqué la puerta pasó lo que quería evitar, todos quedaron viendo hacia mí, no quería ni pensar en el aspecto que tenía desde que salí de casa, por las prisas y la lluvia. Seguramente mi cabello parecía un nido de pájaros, mi uniforme estaba sucio y chorreado, seguramente tenía unas notables ojeras por haberme quedado jugando en la computadora, solo quería desaparecer.

Lo menos que necesitaba era la mirada de todos mis compañeros sobre mí, las risitas poco disimuladas de algunos en el fondo del salón y los murmullos de los de adelante me taladraban los oídos y me hacían sentir un poco mareado.

Por suerte el profesor Aizawa aceptó mis disculpas y leyendo la situación me ordenó ir a cambiar mi uniforme por algo seco.

Me sentía mal y la mirada indiferente de Kirishima me terminó de confirmar que hoy no sería mi mejor día.

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El uniforme de los entrenos no tendría que llamar tanto la atención, pero en una cafetería en donde todos llevaban el uniforme correctamente puesto era inevitable que resaltara.

-- ¿Volviste a quedarte hasta tarde jugando? --. Kirishima miraba mi pelo y desviaba la mirada hacia otro lado. -- Te dije que no lo hicieras --.

-- No eres mi madre. Deja de hablar sobre ese tema --. ¿Tan mal me miraba? Ni siquiera me había pedido un beso. -- No nos vimos en todo el fin de semana... --.

-- Ayer te escribí --. Dijo con un tono de reproche. -- Y hoy por la mañana también, pero estabas muy ocupado para leer los mensajes ¿Verdad? --.

-- Sí los leí --.

-- No mientas --.

-- Lo hice --.

-- No, Kaminari --. Suspiró. -- No sé lo que te pasa pero si no me lo dices no sabré cómo ayudarte o qué hacer por ti --.

-- Solo tengo un mal día, Kiri -- Recosté mi cabeza sobre la mesa, cansado y con ganas de llorar. -- Y que me llames por mi apellido como si estuvieras enojado conmigo no me está ayudando en nada --.

-- No estoy enojado --.

-- Lo parece --. Levanté mi cabeza de la mesa y lo señalé con el dedo. -- Si te molesta algo dímelo ¿Cuál es el problema? Hoy no me miro bien y me siento aún peor ¿No te gusto así? --.

La lluvia y la electricidad nunca se han llevado bien, por eso cuando se juntan crean una tormenta.
Aveces es pequeña e incluso linda de ver, pero hay otras en las que resulta destructiva, tanto que dan miedo.

-- Me gustas de todas las maneras, Denki --. Era la primera vez que Kirishima me hablaba con un tono serio mezclado con enfado. -- El que tiene un problema eres tú, ¿Por qué no contestaste mis mensajes? --.

En este punto los dos estábamos alzando la voz.

-- No contesté tus malditos mensajes porque lo olvidé ¿Feliz? --.

-- ¿Y las llamadas? --.

-- No lo sé, no quería hablar --.

-- Entonces el que debería de preguntar si en realidad te gusto soy yo --.

-- Eres un idiota --. Comencé a llorar.

-- Que tengas un mal día no te da el derecho de tratar mal a las personas que te quieren --. Se levantó de la mesa. -- Ni siquiera Bakugou dudaría de lo que siento --.

Bakugou.

-- Está bien --. Me levanté de la mesa y lo miré directamente a los ojos, quería dejar de llorar pero no podía. -- No soy tan perfecto como tu amigo, siento no cumplir con tus expectativas, lo siento muchísimo, siento no ser él --.

Kirishima no dijo nada, solo me miró un momento y se fue.

A muchas personas les gusta la lluvia.

Yo la odio.

Siempre arruina todo.

Moja el papel y hace que no pueda leer bien las letras, como cuando intento leer el papelito que dejó Kirishima en la mesa.

Y ya sé que no es la lluvia lo que moja el papel, sé que son mis lagrimas pero eso da igual.

Y ya sé que no es la lluvia lo que moja el papel, sé que son mis lagrimas pero eso da igual

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"Te ves lindo hasta empapado, te quiero".

Era la primera vez que no podía entender la letra de Kirishima, eso me hizo sentir más apartado de él y dolió tanto que la tormenta de afuera no se comparaba con la que caía dentro de mí.

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