Casa

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Siempre había creído que estar secuestrado era una de esas experiencia que no quería vivir en carne propia.

Solo viendo las películas en donde desmayaban a la victima para posteriormente meterla en un estrecho maletero de un vehículo que claramente pertenecía a un secuestrador, era suficiente.

No necesitaba más, sabía que no quería vivirlo.

Pero Kirishima era el novio perfecto, como era de esperar, hasta para un secuestro era el mejor.

- Solo para aclarar las cosas... - Miré como el pelirrojo colocaba dos tazones llenos de palomitas de maíz en la pequeña mesa delante del sofá - ¿Estoy aquí contra mi voluntad a punto de ver una película mientras comemos palomitas? -.

Kirishima se acercó lentamente a mí, manteniendo la mirada fija. Siempre hacía lo mismo cuando quería comenzar una larga ronda de besos y pensé que este era uno de esos momentos.

Quería que lo fuera.

Pero Kirishima no lo hizo, se quedó a escasos centímetres de mi cara  mirando sin pena mis labios.

- ¿Me pasas el mando de la televisión? -. Se acercó un poco más y bajó su boca a la altura de mi cuello. - Está al lado tuyo -. susurró en un tono bajo y grave.

Odié mis nervios y lo roja que seguramente estaba mi cara, el idiota estaba jugando sucio y yo había caído como papa al aceite.

Con un poco de rencor, le pasé el mando de la televisión y de paso un pequeño toque de corriente. Uno pequeño, lo suficiente para darle un susto.

El pelirrojo miró su dedo como si nunca se hubiera percatado de su existencia hasta ahora, ¿iba a llorar por un pequeño choque eléctrico?, sus mejillas se pusieron rojas y sus ojos se llenaron con una pequeña lágrima.

Sí, el gran Kirishima iba a llorar por una picadura de hormiga eléctrica.

- ¡Lo hiciste a propósito, Denki! -. Gritó de la nada, dejando caer las pequeñas lágrimas que se habían formado en sus ojos. - ¡¿Qué te pasa?! ¡Solo estaba bromeando contigo, no haré nada que no quieras! -. Se paró del sofá y se volvió a sentar, tomó el tazón de palomitas y lo volvió a poner en la mesa y luego encendió televisión y posteriormente la apagó. Todo eso en un segundo.

Un lindo dramático.

Yo lo miraba desde mi lugar en el sofá, sin mover un solo músculo, hasta que no pude más con la risa.
Kirishima seguía sin saber que hacer, estaba nervioso y molesto.

- Kiri, solo ven y bésame, tonto -. Él me miró parando en seco todo lo que seguramente estaba pensado. - No me gusta que mi novio se quede a medias. Si me vas a besar, entonces bésame -.

- Yo solo... -. Kirishima se acercó hasta mí y recostó su cabeza en mi hombro. - Solo quiero que estés cómodo conmigo.

- ¿Qué te hace pensar que no estoy a gusto aquí? -. Comencé a acariciar su lindo pelo rojo, me encantaba estar así con él, sentía como su voz vibraba en su pecho y su cálido aliento chocaba de vez en cuando con mi cuello. - Cuando estoy contigo me siento bien, no importa dónde, si estás ahí conmigo estoy feliz -. 

- Te quiero solo para mí -. Levantó su cara y acarició mi mejilla con su mano. - ¿Lo entiendes? Solo mío -.

Y... no, no entendí.

Estaba hablando en clave o tal vez una indirecta, quizá me perdí en sus ojos y no escuché bien o solo había algo que no me estaba diciendo.

- Explicame -. Agradecí tener la regla de no dar nada por entendido y tener la confianza de hablar siempre de los problemas de nuestra relación.

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