03 | Apuesta nocturna

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Darla Lynn

3 de octubre

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El domingo de comer chatarra mientras vemos una película por fin ha llegado, teníamos todo preparado sólo estábamos esperando a que la bolsa de palomitas se terminara de preparar en el horno de microondas y que la pizza a domicilio llegara.   

El viernes fue un día muy largo, después de que chocamos en el pasillo el intendente nos dijo que debíamos limpiar, también pagamos el pastel de la profesora Karen —que se puso triste—, por suerte no llamaron a nuestros padres lo cual es bastante bueno, probablemente nos regañarían demasiado, mis padres no están del todo de acuerdo con nuestra amistad porque piensan que Gásper es muy mala influencia, yo creo todo lo contrario, obviamente.

—¿De verdad tus padres no vendrán? —pregunté observando sus movimientos.

Gásper estaba ocupado vaciando unas gomitas en uno de los platos de vidrio, me dio una pasada rápida antes de responder.

—Sabes bien que los domingos se van a “cenar” —hizo comillas con los dedos—. Y siempre regresan muy tarde, no quiero hablar de esto Darla —me observó con desagrado—. Es incómodo.

Arrugué mi nariz, ya sabía bien a qué se refería con “cenar”, cuando a sus padres se les sube demasiado el amor, normalmente aprovechamos sus salidas para hacer cosas como lo que planeamos hoy, ver películas, jugar hasta tarde, pijamadas o cualquier otra estupidez, todo menos fiestas, sus padres no estarían contentos con eso, ni tampoco los míos.

—Bien —me moví en el sillón—. Quiero contarte como me fue con Josh —suspiré y sonreí recordando el tiempo que pasé con él en la biblioteca.

—Darla sinceramente no quiero que me hables de eso —rascó su cabeza.

Abrí la boca, indignada.

—¡No seas así Gásper! —corrí a él y de un salto me trepé a su espalda—. Eres mi único amigo y necesito contarte —casi grité en su oreja.

Una de mis especialidades es molestar a Gásper.

—¡Darla! —gritó—. ¡Bájate me estás rompiendo la espalda!  —comenzó a dar vueltas tratando de librarse, pero yo como buena garrapata me aferré a él para que no me cayera.

—¡Perdón! —volví a poner los pies en el suelo cuando noté como mi amigo comenzaba a debilitarse.

—¡Dejemos de gritar que parecemos retrasados!

—Esta bien, tienes razón —levanté las manos al aire a manera de paz.

—¡La pizza llegó! —llamaron a la puerta.

Pues al parecer guardar silencio no está en los planes del destino.

—Yo voy —chasqueé la lengua.

Avancé por el pasillo oscuro, a Gásper le pareció divertido apagar las luces para estar más en ambiente con la película de terror que veríamos, está bien aunque casi rompo uno de los floreros al haber tropezado.

Abrí la puerta encontrando a mi vecina, que casualidad, casi no tenemos mucho contacto, pero por lo que sé; ella va a la universidad, es muy amiga de mi hermano e iba a mi casa, pero como Lucas se fue, ella ya no volvió más.

—¿Darla? —me sonrió—. Hola, que curioso que te encuentre aquí —me extendió las dos cajas de comida.

—Hola Penny —me encogí en mi lugar—. Aquí tienes —dejé los billetes sobre su palma—. Gracias.

Corazones de papel [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora