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— Acepto el divorcio — Anuncio la emperatriz mientras miraba a su hasta ahora esposo.

El emperador Sovieshu miraba con tristeza y alivio a la que por muchos años fue su compañera, sabía que estaba dejando a una gran mujer, pero simplemente no podía seguir con ella.

"Quizás no se vea bien, pero es lo correcto" pensó el hombre y con cuidado llevó una mano a la cintura de la mujer a su lado.

— ¡Su majestad! — los nobles presentes no parecían estar de acuerdo con lo dicho por la emperatriz.

Esta miró nuevamente a su esposo, el hombre la había herido, y ambos sabían que ese divorcio no solo era para asegurar un heredero, ese divorcio era para el bien de ambos.

— Acepto este divorcio — repitió la emperatriz — y solicito autorización para volver a casarme — para sorpresa de todos el emperador parecía tranquilo, muy diferente a una albina quien veía todo sorprendida.

Sin decir ninguna palabra la emperatriz extendió su brazo a la puerta de la sala y de allí entro un joven hombre con un velo, este rió al ver la expresión de todos cuando al fin se sacó aquel velo.

— El Rey del Occidente — Murmuró el sacerdote con sorpresa.

"Y mi hermano" La mujer que estaba siendo agarrada por el emperador sonrió, esperaba que ahora todos tuvieran su final feliz, en especial la emperatriz, pues siempre la apoyó aún siendo la concubina del emperador.

××××××

Meses antes...

Amira corría por el frondoso bosque, su vida dependía de ello, su vestido se encontraba sucio al igual que ella, se encontraba cansada pero no podía detenerse.

"¡¿Cómo pudieron hacer eso?!" Las lágrimas ya no salían de sus ojos, ya no podían, sentía que se había secado

Cuando al fin salió del bosque se detuvo y agarró aire, ya no podía seguir, sentía que se caería en cualquier momento, miró sus brazos y con cuidado tocó aquel torniquete que había hecho.

La razón por la que se sentía tan cansada y débil no era solo por correr, si no por la perdida de sangre, su brazo tenía una gran herida que ella había vendado y puesto un torniquete hecho con partes del vestido que estaba usando.

El sonido de unos caballos la alertó, quiso irse lo más rápido pero su cuerpo falló y cayó, ya se imaginaba que después de escapar y correr por mucho tiempo terminaría muriendo por el pasar de los caballos encima de ella.

Pero no fue como creyó, se detuvieron a unos metros de ella, la rubia se intentó levantar pero le fue imposible y su herida había empezado a doler más, un guapo hombre bajó de uno de los caballos y se acercó a la mujer.

— Yo... — intentó ponerse de pie pero no le fue posible y casi cae, pero fue detenida por los brazos del hombre.

Este al ver los brillantes ojos violetas de la mujer quedó maravillado, aún sucia y llena de sangre era hermosa, su belleza era superior a la de la mujer que convirtió en su amante.

— La ayudaré — la rubia ni pudo decir algo pues cayó desmayada.

El hombre con cuidado la cargó y la subió a su caballo, la llevaría al palacio y haría que la atendieran, sentía que debía hacerlo.

Lost princess » [Sovieshu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora