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La alegría lo invadía, estaba completamente feliz, dormir con la persona que amas es algo que cualquiera adoraría, y eso era lo que él hacía, pero también causaba la añoranza de seguir haciéndolo toda su vida.

Sovieshu caminaba por los pasillos de su palacio, tenía un lugar fijo al que ir, era momento de empezar con su plan para poder estar con la mujer que amaba.

Pasó una mano por su cuello cubierto por su ropa, nunca creyó capaz a su mujer de ser tan atrevida, pues lo provocaba todas las mañanas y noches, aunque no podía mentir, le encantaba esa faceta de ella, no, más bien, le encantaba todo de ella.

Sabía que si Amira se iba de su lado para siempre él se volvería completamente loco, pues con cada beso, con cada roce, con cada noche que pasaba, él se sentía más enamorado de ella.

"Estoy completamente seguro que con ella a mi lado nada me faltará, porque ella es todo para mi"

— ¡Su majestad! — llamó una voz femenina que él reconoció como la de concubina.

— Rashta — la saludó — quiero hablar contigo de algo importante, vamos a tu habitación — la albina se emocionó al escuchar eso.

— ¡Claro! — aceptó ella mientras se colgaba en el brazo del mayor, este suspiró para después seguir su camino.

La joven creía que el hombre le iba a pedir disculpas por descuidarla mucho, que le pediría perdón por no pasar noches con ella desde que los Whitemore llegaron, por no demostrar cuanto la amaba.

Pobre ilusa, el amor que tanto profesaba que el hombre le tenía en realidad iba dirigido a cierta princesa de cabellos rubios y ojos morados.

Cuando llegaron la albina fue la primera en entrar para poder quitarse aquel sombrero morado que estaba usando para verse mejor mientras seguía a la emperatriz y así poder ser como ella.

— ¿De qué quiere hablar con Rashta? — preguntó la joven con un brillo en sus ojos y una sonrisa.

— Quiero que dejes de ser mi concubina — respondió Sovieshu destruyendo la fantasía de la menor.

— ¿Qué...?

Lagrimas se empezaron a acumular en los ojos de la joven, al final todo se estaba cumpliendo, el emperador se había cansado de ella más rápido de lo que creyó, volvería a ser una esclava, todas esas comodidades que tuvo se le serían negadas nuevamente.

— ¡No me puede hacer esto! ¡me dijo que ya no tenía de que preocuparme! ¡Usted le prometió a Rashta una vida sin miedo a volver a ser esclava! ¡Usted engañó a Rashta! — gritó mientras lloraba, estaba enojada.

"De seguro es por esa tonta de Amira, por culpa de ella me quiere dejar" pensó con furia la albina.

— Y lo cumpliré, dejarás de ser una esclava, compré tu libertad — informó Sovieshu con calma creyendo que eso tranquilizaría a la menor, pero no fue así.

— ¡Usted me ama! ¡¿Por qué me quiere dejar?!... ¿es por ella? ¿es por Amira? — preguntó mientras se aferraba a las ropas del mayor.

Tan bien que se sentía ser apreciada por muchos, todos buscaban su aprobación, y ahora... ahora volvería a la miseria,

El emperador suspiró, llevó sus manos a los hombros de la menor y la alejó con delicadeza, no solo terminaría su relación con Rashta por amar a Amira, también lo hacia por todos los golpes y malos tratos que le dio a la princesa.

— No te amo Rashta, nunca lo hice — confesó el hombre mirando con arrepentimiento a la albina — te tomé como mi concubina porque me dio lastima tu vida, quise darte lo que no tuviste, pero golpeaste a una inocente, la trataste mal después de que te ayudó, Amira es a quien amo en verdad, y para estar con ella haré las cosas bien, empezando por terminar contigo.

Lost princess » [Sovieshu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora