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Los recuerdos de aquel trágico día llegaron a su memoria tan rápido que sintió que desfallecería en ese momento, al caer al suelo intentó regular su respiración y miró al infante con terror, ella lo había visto morir, él niño murió antes sus ojos, vio como la vida se le era arrebatada.

Bajó su mirada e intentó ponerse de pie, pero sentía como sus piernas temblaban, no podía comprender como el niño se parecía tanto a su sobrino, claro, que Liam no había heredado casi nada de los Whitemore, a palabras de su cuñada, el infante se parecía al abuelo materno de este.

Una pequeña mano sostuvo su brazo y la dirigió a que se sentara en donde anteriormente estaba sentado el niño, luego este se posicionó frente a ella y la miró preocupado, o al menos eso pudo identificar la mayor, pues su rostro se mantenía serio.

— ¿Está usted bien? — preguntó, asustando más a la rubia y la idea de que estaba relacionado con Liam rondó en su cabeza, pues su  voz era mas suave, tranquila, seria, era como un eco de la voz de su sobrino.

— Perdón... me recuerdas a alguien... alguien que perdí — el menor ladeó su cabeza, y asintió sin emitir palabra alguna — ¿Qué edad tienes? — preguntó intentando alejar sus recuerdos.

—Seis, casi siete — imposible olvidarlo, la misma edad que su sobrino, ¿acaso no podía estar en paz? ¿acaso siempre habría algo que le hiciera recordar la masacre?

Bajó su mirada, ella solo quería estar en tranquilidad un poco más, pero por algún motivo desde que llegó a Occidente todo empeoraba para ella, sus pesadillas estaban volviendo, y ahora... el niño a su lado era una copia exacta de un ser que ella vio morir de la manera mas horrible posible.

Sacudió su cabeza levemente, debía sacar todos esos pensamientos negativos, el porque sus pesadillas volvían podía deberse al estrés que se había sometido antes de la ceremonia, ahora que su hermano iba a verla algunas noches solo tenía malos sueños, y el niño... podría ser una cruel coincidencia.

—Me contaron que tienes magia... ¿es verdad? — el infante asintió nuevamente — ¿podrías mostrarme? — ahora negó.

— No la controlo, es peligroso, no quisiera dañarla, su alteza — se negó, la princesa tomó su mano con delicadeza.

—¿Podrías decirme en que consiste? cada mago es diferente, y pueden hacer distintos tipos de magia — el menor la miró y asintió lentamente, su magia le causaba miedo, temía herir a los demás, temía que nuevamente quedara solo.

—Hago fuego, creo que por eso me abandonaron — la mirada triste del niño causó que el corazón de la princesa se encogiera, pasó su brazo por los hombros de él y lo atrajo en un abrazo.

—Puedo ayudarte con tu magia, en Oriente hay un escuela para magos, puedo mandar una solicitud para vayas y puedas controlar mejor tu maná — propuso, Lyssandro la miró sorprendido, sus ojos se cristalizaron y asintió rápidamente.

Amira miró con una sonrisa triste al infante, sus movimientos le recordaban a su sobrino, al niño que había cuidado desde que nació, aún con el pelinegro en su pecho ella lo aferró a su cuerpo, él no se negó, sentir el calor de los brazos de una mujer le hacían sentir amado.

La princesa dejó escapar una lagrima de sus ojos, empezaba a dolerle recordar a su pequeño Liam, se propuso cuidar de ese niño, la emperatriz le dijo que tenía una estudiante bajo su tutela, así que ella se propuso tomar a Lyssandro, no solo por su parecido a aquel niño fallecido, si no porque en verdad necesitaba ayuda en su maná.

—Su alteza — la llamó, ella lo soltó y dejó que el se sentara mirándola — ¿usted tiene pareja? — preguntó confundido.

—No — mordió el interior de su mejilla, otra cosa que le dolía, haber finalizado su relación con el hombre que amaba, pero por ahora era lo mejor, ella pertenecía al reino de Occidente — ¿por que preguntas?

Lost princess » [Sovieshu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora