Profe por sorpresa II

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La estrategia de Natalia se basa en evitar lo máximo posible a Alba, pero la rubia está decidida a hablar las cosas como es debido. 

💛


Después de días manteniéndose lejos la una de la otra, llegó el miércoles en que empezaban las prácticas. La primera trataba de la fotografía de bodegón. Tenían que sacarle varias fotos a un bol de frutas y una botella desde distintas perspectivas y luego analizarlas por escrito. Natalia era muy consciente de que era un trabajo tedioso y aburrido, pero esperaba que no se desmotivasen a la primera de cambio, ya vendrían ejercicios más entretenidos.

Una vez hechas las fotografías, cada uno empezó con su trabajo individual y Natalia iba paseando por el aula para ayudar a todo el que lo necesitase. La tercera vez que pasó cerca de Alba, que se había sentado por el final, se paró un segundo a observar lo que hacía. Había hecho un dibujo rápido del bodegón en un papel en sucio y se iba marcando con flechas la incidencia de la luz, los ángulos, los puntos de mayor claridad y todo lo que iba viendo en la imagen. Estaba haciendo un análisis estupendo, pero la morena vio un pequeño error y su deber era echarle una mano, así que se agachó un poco para que sus cabezas quedasen a la misma altura y poder mostrarle la corrección más fácilmente.

—Un segundo, Alba. —La rubia casi da un bote en la silla, pues llevaba un rato tensa notando su perfume muy cerca, pero no creía que se fuese a dirigir a ella—. Este ángulo de aquí no puede ser tan abierto, mira. —Viendo que la rubia se había quedado muy quieta y sin apartar la vista del papel, Natalia rozó suavemente su mano para cogerle el boli que sujetaba entre los dedos y con él, dibujar la línea correcta en un solo trazo rápido. En el momento del contacto, Alba reaccionó y giró ligeramente su cabeza hasta toparse con los labios de la morena, que seguía hablando—. ¿Ves? Así sí que tiene sentido la sombra del plátano.

Al acabar de hablar y notando unos ojos fijos en ella, Natalia también se giró un poco para mirarla.

—Sí, sí, tienes razón, ahora todo tiene sentido —dijo Alba sin siquiera haber mirado lo que había hecho Natalia. Se sentía un poco gilipollas, pero es que tanta proximidad inesperada la había dejado como en un trance raro.

—Si necesitas ayuda, estoy para lo que necesites. —No lo susurró, pero casi. Alba no era la única embobada.

—Gracias, profe. —Saliendo un poco de ese atontamiento, Alba contestó con una sonrisita vacilona y pronunciando la última palabra de una forma tan burlona, que hizo sonreír también a Natalia.

Durante el tiempo restante de clase, no faltaron las miraditas entre las dos. Parecía que a Natalia se le había pasado la tontería de evitarla, así que Alba se propuso volver a hablar con ella. Ese no era el mejor momento, así que se esperó hasta la hora de irse a casa y entonces salió rápido para sentarse en un banco cerca de la puerta de salida y estar atenta a cuando apareciese la morena. Sonaba un poco acosador y era posible que Natalia ni siquiera hubiese tenido clase a última hora y ya se hubiese marchado, pero por probar no perdía nada.

Ya no quedaba casi nadie por allí cuando al fin la vio salir acompañada de otra profesora. Por un segundo, pensó que la espera no había valido para nada, pero entonces sus miradas se cruzaron y en un milisegundo Natalia pareció entender que la esperaba a ella, por lo que se despidió de la otra mujer y se acercó hasta el banco.

—Hola, ¿qué haces todavía por aquí?

—Quería hablar contigo.

—¿Conmigo? ¿De qué? —Frunció el ceño como si realmente estuviese confusa y a la que sí que confundió fue a Alba, que no pillaba si simplemente se hacía la tonta o realmente había interiorizado tanto el papel de profesora que ya ni pensaba en lo que había pasado entre ellas antes de serlo.

Multiverso Albalia | One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora