¿Fans?

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Natalia es la cantante de un grupo indie, prácticamente nadie la conocía hasta que después de nueve meses de relación, Alba, cantautora con cientos de miles de seguidores, y ella deciden dejar de esconderse y vivir su amor libremente. Esto puede no sentar bien a todo el mundo...

❤️


En medio de la reunión con el equipo de diseño gráfico para empezar a dar forma a la portada del nuevo disco, suena mi móvil. Normalmente lo silencio cuando estoy trabajando con más gente, pero hoy he llegado tan justa de tiempo que ni lo he pensado. Corro al bolso para apagarlo y seguir con lo que estamos, pero veo en la pantalla el nombre de mi novia. He desayunado con ella y sabe que voy a estar ocupada hasta el mediodía, es muy raro que interrumpa una de mis reuniones, por lo que disculpándome con mis compañeros, salgo de la sala a atender la llamada.

—¿Amor?

—Al... Alba. —Su voz sale entrecortada.

—¿Nat? ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? —pregunto alterada al percibir sus sollozos.

—Te... te necesito porfa... necesito que... que vengas... por favor. —Esas dos últimas palabras suenan a súplica desesperada, así que sin colgar, vuelvo a entrar a la sala a por mis cosas.

—Vale tranquila, cielo, voy ahora mismo, ¿estás en tu piso?

—Sí.

—Vale, un segundo, no cuelgues.

Me aparto el teléfono de la oreja para hablar con el equipo antes de salir a toda mecha por la puerta.

—Lo siento mucho, me han llamado por una urgencia y me tengo que ir.

—Pero Alba... —Uno de mis compañeros trata de pararme, pero paso de largo.

Ya en la calle tengo suerte y justo hay un taxi disponible en la puerta, así que no dudo en meterme y darle la dirección.

—Estoy ya en un coche, amor, en veinte minutos me tienes ahí, pero hasta entonces necesito que hagas un esfuerzo por respirar despacito ¿vale?

No contesta y lo único que escucho es su respiración. Parece que está intentando calmarse, pero me pone de los nervios que no diga nada. Nunca me había llamado así y me está asustando. No entiendo qué puede haber pasado en las dos horas y media que llevamos separadas. Afortunadamente no es una hora de mucho tráfico y no tardo en llegar al edificio.

—Ábreme, Nat, estoy abajo.

Cuelgo y subo corriendo por las escaleras. No hay tiempo para esperar al ascensor. Me encuentro su puerta entornada y al entrar la veo en el suelo del recibidor sentada con la espalda contra la pared y hecha una bolita. Cierro y me arrodillo delante de ella para posar mis manos en sus mejillas y levantarle la carita. Necesito ver sus ojos, ver qué está pasando. Al cruzar miradas las lágrimas vuelven y estalla en sollozos. La abrazo fuerte durante más de diez minutos hasta que al fin se cansa y consigo levantarla y llevarla al sofá, donde la siento para después colocarme a horcajadas sobre sus piernas. No quiero que haya ni una gota de aire separando nuestros cuerpos. Me necesita lo más cerca posible y yo a ella también porque esta situación me tiene atacada.

Al fin apoyo mi frente sobre la suya y abre los ojos para mirarme. Está un poco más tranquila, pero veo miedo en su mirada, muchísimo miedo.

—¿Qué ha pasado, Nat? —Me separo un poquito para verla mejor y cojo sus manos con las mías para repartir caricias en ellas y animarla a hablar.

Multiverso Albalia | One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora