Rayo McQueen

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Alba era piloto de carreras y Natalia su mecánica de confianza hasta que un día un accidente hizo que la rubia se encerrase en una burbuja y se alejase todo lo posible de ella. Un año después, se reencuentran cuando la mecánica acude desesperada a suplicar su ayuda.

💛


—Alba, por favor.

—He dicho que no.

—Venga, al menos escucha mi propuesta, no te niegues sin más.

—Natalia, déjame en paz.

Alba andaba por el pasillo de aquel octavo piso en el que se encontraba la oficina de su representante. María la había llamado para que se presentase allí bien temprano sin decirle el motivo. Esperaba que simplemente hablaran de alguna nueva sesión fotográfica, pero se encontró con su vieja amiga Natalia sentada en uno de los sillones pegados al ventanal.

No es que no se alegrase de verla, pero en cuanto notó su presencia supo que algo tramaban esas dos, algo que no le iba a gustar. Y no se equivocaba, lo que la morena había ido a ofrecerle era impensable para ella, por eso solo lo escuchó, se levantó y empezó a andar hacia la salida.

Natalia la seguía medio paso por detrás intentando hacerla parar.

—No te voy a dejar en paz hasta que me hagas caso. Me conoces, sabes que a insistente no me gana nadie.

La rubia bufó y paró en seco a dos metros del ascensor, haciendo que la otra se chocase contra su espalda y retrocediese un par de pasos al ver que la más bajita se giraba.

—Natalia, estabas en primera fila cuando pasó, no sé cómo te atreves a venir a pedirme esto.

—Sabes que no fue culpa mía, Alba.

—No digo que lo sea.

—Pues entonces dame una oportunidad, por favor.

—Natalia, no, de verdad, no insistas, aquello me destrozó, me ha costado meses de terapia superarlo, aparte del medio año de rehabilitación para poder volver a usar las piernas. Ha sido muy duro y tú no has estado ahí, así que no tienes ningún derecho a venir a pedirme nada.

—Alba, eso no es justo, si no he estado a tu lado es porque no me has dejado. Sabes que yo sí quería, sabes que me habría gustado cuidarte y apoyarte en esa mierda, pero decidiste que era mejor alejarnos y yo lo respeté. No me vengas ahora con reproches porque sabes que no me los merezco.

Ante esas palabras firmes pero sin rencor, Alba solo pudo agachar la cabeza y coger aire para relajarse.

—Tienes razón, has sido muy buena conmigo a pesar de no merecérmelo.

—Ey tampoco digas eso, estabas en un mal momento. Te entendí y te entiendo. —Natalia colocó su mano en la barbilla de la rubia subiéndola ligeramente—. Pero por favor, no te pediría esto si no estuviese desesperada, déjame explicarte mis motivos y cuando tengas toda la información, decides. Te prometo que aceptaré cualquiera que sea tu decisión, como siempre he hecho.

Alba lo meditó un par de segundos. Tenía clara su respuesta, pero por el pasado que la unía a Natalia sentía que le debía aunque fueran diez minutos. Además no podía negar que después del shock inicial, algo le burbujeó dentro al volver a verla.

—Vale, pero prefiero que no esté María de por medio. ¿Vamos a la cafetería de la esquina?

—¡Claro!

A Natalia se le iluminaron los ojos. Más de un año después de que Alba la alejase de su vida, seguía encoñada perdida. No lo podía evitar, era pensar en la rubia y se le ablandaba el corazón. Para su desgracia, su relación no había traspasado nunca el límite de la amistad. Antes del incidente, llevaban una dinámica de tonteo descarado que ambas esperaban que acabase en algo más, pero no había dado tiempo.

Multiverso Albalia | One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora