Profe por sorpresa III

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Después de la supuesta despedida, parece que su relación al fin se limita a un trato de cordialidad durante las clases, aunque siendo como son... ¿cuánto tiempo aguantarán así?

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Llevaban ya casi un mes de clases cuando al fin llegó el día que muchos esperaban: la salida de campo. Ese era el nombre que había usado Natalia para referirse a la práctica de fotografía en la que saldrían por la ciudad a captar con sus cámaras lo que más le llamase la atención a cada uno.

A los alumnos les hacía especial ilusión esa práctica porque ya se habían dado cuenta de que en fotografía no solo había que sujetar el aparato y apretar el botón. Para captar una buena imagen se tenían que tener en cuenta muchos factores que, a la mayoría, no les había resultado muy divertido estudiar de manera teórica. Con esta salida, recuperaban un poco la ilusión y podían comprobar que toda esa teoría aburrida realmente servía para algo.

En el correo que les mandó a principios de semana, Natalia los citaba en el parque de la Ciutadella a las cinco de la tarde. Se mantendrían todos por la misma zona durante la primera hora para que la profesora les fuese dando indicaciones, pero luego podrían ir por libre. Según el plan de estudios, la «excursión» duraba dos horas, así que Natalia tenía que quedarse por allí obligatoriamente hasta las siete, pero a sus alumnos les permitía irse cuando creyesen que ya tenían la foto con la que llevar a cabo el posterior trabajo de edición y presentación ante la clase.

Cuando al fin llegó el día, lo primero que hicieron fue sentarse en círculo en el césped para que la profesora les explicase bien cómo esperaba que fuesen sus trabajos, todos los puntos que tenían que tener en cuenta y los fallos que restarían. Una vez acabó de hablar, se pusieron manos a la obra. 

Alba estaba muy concentrada en cada imagen que capturaba, pero aun así, ya fuese consciente o inconscientemente, se mantenía más o menos cerca de Natalia. La profesora trataba de ir aconsejando a todos los que se quedaban por su misma zona aún pasada ya la primera hora. Veía a algunos haciendo veinte fotos en medio minuto y luego a otros, como la rubia, que se tomaban su tiempo antes de cada clic.

Nadie la escucharía nunca decir que tenía favoritos en su clase, pero Natalia no se podía negar a sí misma que le prestaba especial atención a Alba Reche, y no solo por lo que hubiese pasado entre ellas o porque fuese incapaz de quitarse su sonrisa de la cabeza, también por el potencial que le veía.

La rubia se tomaba realmente en serio su asignatura, se notaba que le gustaba y que quería aprender lo máximo posible. Miraba a través del objetivo comprobando todos los parámetros a tener en cuenta antes de apretar el botón, buscando diferentes perspectivas, apreciando tanto las figuras como sus sombras, no parecía dejar nada sin analizar incluso en un paisaje como ese, que se encontraba en continuo cambio por las nubes que iban pasando por delante del sol, las personas que se le cruzaban en el camino y las ráfagas de aire tan propias de mediados de octubre.

Los alumnos se fueron yendo poco a poco y a las siete y cuarto ya solo quedaban ellas dos. Natalia era consciente de que sus horas de trabajo ya habían llegado a su fin, pero disfrutaba viendo a su alumna favorita con la lengua fuera y el ceño ligeramente fruncido, tan concentrada que no se había dado cuenta de que sus compañeros ya hacía rato que no estaban por allí.

—Oye, Alba. —Era hora ya de avisarla de que la clase se había acabado por lo que la profesora le puso una mano en el hombro haciendo que la rubia se sobresaltara un poco y la mirara con los ojos muy abiertos, ligeramente desconcertada porque alguien la sacase de su trance—. Te puedes ir ya a casa, si quieres.

Multiverso Albalia | One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora