Nuestras semillas

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Tener hijos no es fácil y la fase previa tampoco. Alba y Natalia quieren ser madres más que nada en el mundo, pero no es algo que se pueda conseguir chasqueando los dedos, el proceso puede llegar a ser mucho más complicado de lo que ellas esperan.

🖤


—Nat, relájate un poco, que la enfermera nos está mirando mal.

—Te juro que lo intento, pero no puedo.

—Empieza por dejar la pierna quietecita —Le puse la mano sobre la rodilla, gesto que siempre la hacía parar.

—Madre mía, Alba, pero ¿cómo estás tan tranquila? Que lo que nos digan ahora nos puede cambiar la vida totalmente.

—Ya lo sé, cielo, ¿por qué te crees que me he tomado dos tilas antes de salir de casa? 

—¿Dos?

—La tuya y la mía, que como no la has querido...

—Joder, es que no me entraba nada.

—Bueno, pues ahora toca aguantar los nervios, nena.

La conversación entre susurros siguió en aquella sala de espera hasta que nos hicieron entrar a la consulta. Natalia casi se desmaya cuando se puso en pie. La verdad es que era un poco cómico de ver como yo con mi uno sesenta intentaba sujetarla y hacerle de bastón. Cuando conseguimos sentarnos delante de la mesa de la doctora, le cogí la mano bien fuerte y ambas nos quedamos mirando a la mujer que tenía que desvelarnos los resultados de las pruebas.

—Buenos días, ¿qué tal están?

—De los nervios —contesté yo viendo que a mi mujer le iba a ser imposible.

—Bien, pues empecemos ya mismo. Según estas pruebas, las dos tienen la reserva ovárica esperada para su edad, no es la de una chiquilla de veinte años, pero está bien y la verdad es que en las dos es bastante similar, así que cualquiera podría someterse al tratamiento, aunque sí que veo aquí que al parecer la señorita Reche es portadora del alelo que causa el daltonismo. No es una enfermedad especialmente grave, por lo que no tiene por qué afectar a su decisión. El donante elegido les puedo asegurar que daltónico no será, por lo que solo hay un 25% de posibilidades de que el bebé padezca la enfermedad.

Natalia y yo nos miramos y no nos hizo falta más para saber cuál era nuestra decisión. Lo habíamos hablado largo y tendido en casa y teníamos claro que la madre biológica sería la que mayores posibilidades de éxito tuviese según las pruebas, y ante igualdad de posibilidades, era obvio que íbamos a velar por la salud de nuestro futuro bebé.

—Si necesitan tiempo para decidir cuál será la gestante, pueden irse a casa y concertamos una nueva cita.

—No, no hace falta, será Natalia.

Nos sonreímos al decirlo y dejé un nuevo apretón en su mano. No me hacía falta que me lo dijese con palabras para adivinar que estaba al borde del paro cardíaco. Nos hacía mucha ilusión todo lo que se venía, pero también daba miedo.

—Bien, pues ahora tendremos que controlar su menstruación y así podremos empezar lo antes posible con el tratamiento de estimulación ovárica, que durará diez o doce días, y después procederemos a la inseminación.

Con las instrucciones de lo que debíamos hacer y cuándo debíamos volver, nos fuimos de allí con una mezcla de emoción y nervios en la boca del estómago. Al llegar al coche, me puse yo en el sitio del piloto pero no arranqué, simplemente me quedé unos segundos mirando al frente intentando procesar que ya estaba todo en marcha.

Multiverso Albalia | One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora