Payasa II

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Después de dos años de relación, llega la primera crisis de pareja.

💛


—A ver, tata, llevas cuatro días sin hablarle, ¿no crees que ya la has castigado suficiente?

—No, Marina, claro que no. Además, esto no es un castigo y yo no la estoy evitando. Le cogería el teléfono si me llamase y hablaría con ella si ella diese el primer paso, pero es demasiado cobarde para hacerlo y yo ya estoy harta.

—Joder, Alba, tampoco puedes ser tan dura. Ni que fuese culpa suya tener un trabajo de mierda.

—Pero que no estoy enfadada por eso. Lo que a mí me jode es haberle presentado una muy buena oportunidad en bandeja de plata y que la haya rechazado sin ni siquiera pensárselo. ¿Piensa seguir dejando que la machaquen cada fin de semana hasta los sesenta años? Me niego a aguantar eso. Ella no es la única que lo pasa mal cada vez que vuelve a casa con un moratón nuevo.

—Si yo te entiendo, tata, sé que estás preocupada por ella y que de ahí nace tu enfado, pero es que no vas a arreglar nada con un ultimátum. Natalia te necesita a su lado, no en su contra.

—Estoy de su lado, justo por eso hago todo esto. A mí tampoco me gusta que estemos así, pero necesito que reaccione y cambie las cosas que están mal en su vida. Llevo dos putos años callándome y apoyándola sin querer presionarla a nada, dejando que tomase sus propias decisiones, pero ya no puedo más. Joder, Mini, es que tú no has visto cómo ha estado estos últimos meses. Ha dejado de tocar la guitarra, ya no canta ni en la ducha, le da pereza quedar con sus amigos y cada vez que se tiene que ir a trabajar parece que la manden directa al matadero. Yo he vivido lo que es la depresión, Marina, y me aterra que a ella le pueda pasar lo mismo. Solo quiero que esté bien, joder.

Alba acabó llorando. Era la primera vez que lo hacía en esos cuatro días. No se lo había permitido a sí misma porque quería mantenerse fuerte y que se notase que su postura era firme. No habían roto, solo se daban un tiempo hasta que Natalia decidiese coger las riendas de su vida. O eso se repetía constantemente en su cabeza. 

Siete meses de convivencia habían sacado a relucir algunos problemas que debían solucionar si querían que su relación perdurase.

Alba no soportaba más la tristeza que le causaba el trabajo a su novia. Natalia, por su parte, se sentía demasiado inútil para ponerse a tomar decisiones drásticas.

Natalia había entrado en ese bucle horroroso en el que algo empieza a ir mal en tu día a día, te obsesionas con ello, te va haciendo sentir cada vez peor, a desmotivar, a poner triste y, poco a poco, esa pequeña mancha que parecía que podía pasar desapercibida, se va agrandando y expandiendo hasta que todos los ámbitos de tu vida se ven afectados.


***


—Natalia, bonita, a mí no es que me moleste que te hayas vuelto al pisito, pero creo que ya sería hora de que te levantaras de la cama, aunque sea para abrir las ventanas, ventilar, darte una ducha...

—No me apetece ahora, Mari, esta tarde me levanto, te lo prometo.

Ni siquiera sacó la nariz de debajo del edredón para contestar. Ahí debajo se estaba calentito y se sentía cómoda y segura. Cuando se decidía a salir, lo único que encontraba era frío, en todos los sentidos. 

—Ya... me lo creería si ayer no me hubieses dicho lo mismo. 

Puede que no hubiese pasado ni una semana desde que estaba así, pero María era una impaciente y ya no aguantaba más eso de dejarle su espacio. Veía tan claro lo que Natalia tenía que hacer, que le costaba empatizar con su situación. 

Multiverso Albalia | One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora