El Juego

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Tk tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras caminaba rumbo a la casa de su hermano. Hacía cerca de una hora que había marcado a la casa de Kari para preguntar si se encontraba Yamato. Hikari rio suavecito antes de responderle que ese fin de semana se quedaban en casa de Matt.

A partir de ahí a Tk le surgió una idea, idea nacida de su sana curiosidad por saber que hacían los mejores amigos cuando estaban juntos y solos.

No es que él no tuviera amigos porque los tenía y Hikari Yagami se llevaba las palmas entre ellos, pero una cosa es que tu mejor amiga sea una chica y otra de tu mismo sexo. Matt podía hacer ciertas cosas con Tai que Tk ni soñando le pediría a Hikari. Como... como... bueno en ese momento no se le ocurría nada, pero de que había diferencia la había.

Cuando llegó se detuvo en la puerta con la mano en alto, si iba a espiarlos sería mucho mejor pasar sin hacer ruido para atraparlos infraganti.

Con delicadeza giró la perilla y sigiloso como una sombra entro a la casa.

—Porque tengo que aceptar hacer lo que tú quieras.

Tk sonrió, esa sin duda era la voz de Taichi protestando.

—Porque aunque lo niegues, la última vez te encanto. Además de que tu rostro todo compungido al final es una vista que quiero revivir.

Tk arrugó el entrecejo preguntándose ¿Qué habría hecho a Tai poner ese rostro?

Yamato dio un suspiro. —Esta bien, te dejare elegir en donde quieres que te haga gimotear, en el sofá o en mi cama.

A Takeru se le subieron los colores. ¿Qué estaba proponiendo su hermano? Es decir ellos, ellos no podían estar pensando en...

—En la cama —respondió Tai con un tono ligeramente apenado. —A la larga es más cómodo.

—¡Oh! ¿Entonces piensas durar más que la última vez? Vamos no seas iluso, sabes que una vez empiezo a moverme estas acabado.

Tk, negó con la cabeza, estaba pensando mal, muy mal de su hermano. Matt era un joven sano, cuya novia era Sora.... Bueno la chica era su novia de palabra porque con quien pasaba tiempo y al parecer algo más era con Tai. ¡No! si Yamato fuera pareja de Tai, entonces al menos ya se lo hubiera contado y terminado con Sora, porque su hermano no era de engañar a la gente, cuanto menos de aprovecharse de los sentimientos de otros.

Pero entonces... ¿Qué?

Quizás... apenas hoy se había dado cuenta de sus sentimientos hacia Tai y como este le había correspondido pues...

—¡Ah! Me voy a volver loco —susurró bajito pegándose contra la pared.

—¿Escuchaste eso? —preguntó Tai.

¡Maldición! Pensó Tk, Tai parecía tener el oído de un cachorro. Con agilidad se escurrió dentro del armario justo a tiempo para ver a su hermano asomarse al pasillo.

—No hay nadie —informó Matt y en su voz se notaba la felicidad. —Ahora deja de buscar distracciones, acomoda todo sobre la cama y vete quitando la ropa de encima.

Tk no sabía qué hacer, los colores se le subían al rostro... o mejor dicho, sabía que hacer... en cuanto esos dos se encerraran en la recámara él saldría disparado lejos, lo más lejos posible.

—¡Ahmm! Yama, yo puedo desvestirme solo —gimió Tai. Tk se tapó los oídos, o eso intentó porque continúo escuchando —A... al menos espera a que lleguemos a tu cuarto.

—En la cama, en el sofá, en el piso, en la mesa... en cualquier lugar el resultado será el mismo, se buen perdedor y acepta que te encanta que yo...

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