Despedida

476 44 7
                                    



Yamato escuchó perfectamente cuando Sora le comunicó el día y la hora de la partida de Tai, pero prefirió hacer oídos sordos e ignorarla, igual que como había estado ignorando a todos, incluyendo a Tk quien por más que insistió no logró que Yamato le dijera porque es taba tan enojado.

—No puedo creer que seas tan egoísta —había dicho su hermano menor antes de salir del departamento dando un sonoro portazo.

Yamato sabía que en parte, y solo en parte, tenía razón. Taichi siempre lo empujó a seguir sus sueños, lo incentivó cuando decidió dedicarse a la música y también espero pacientemente a que notara que él seguía ahí, apoyándolo, porque hubo una temporada en secundaria, específicamente cuando Tk y Kari volvieron al Digimundo, cuando Matt tomó una actitud muy parecida a la de Joe y su tiempo se vio limitado.

Ya no compartía tanto con Tai y su vida era la escuela y su banda, incluso hubo veces en que se negó a la petición de Tai de acompañar a Davis y sus amigos al Digimundo. Pero cuando se dio cuenta de su error, su amigo sólo le regaló un abrazo mientras le susurraba lo feliz que estaba de que volviera a ser él mismo.

Después de eso procuró nunca volver a dejar de lado a Taichi porque de alguna forma sintió un poco de tristeza, más bien... dolor, porque Tai le recordaba a un cachorro, esos que entregan su amor incondicionalmente y que son capaces de soportar de todo con tal de recibir al final del día una caricia en las orejas, y los puedes escuchar gemir gustosos mientras menean la colita felices de que recuerdes que existen.

Taichi había estado para él en momentos difíciles, en situaciones que pensó lo derrumbarían, brindándole su fuerza y valor para salir adelante y...

—Y ahora se va...

Era egoísta al desear que sus caminos transitaran paralelos, era de locos haber pensado que siempre estarían uno al lado del otro y era devastador darse cuenta que los sueños de Taichi lo alejaban de él.

—Quédate conmigo... —murmuró Yamato conteniendo una solitaria lágrima que rebelde escapó de sus ojos y recorrió su mejilla. —No quiero estar solo...

El mes pasó tan rápido como agua que se escabulle entre los dedos, sin darse cuenta estaba a tres días de la partida de Taichi y él no había cruzado palabra con su amigo desde entonces.

Matt se preguntaba ¿ya habrá desaparecido el moretón? ¿Le abre roto la ceja? ¿Me odiara?

El timbre de la puerta sonó y Yamato resopló molesto, no quería ver a nadie ni escuchar sus reproches, lo único que deseaba era que esos tres días pasaran para que Taichi se marchara y de una vez por todas pudiera saldar ese episodio. Para resignarse de una buena vez a su soledad.

Incluso mantenía el departamento a oscuras, como si de esa forma pudiera camuflarse, perderse entre las penumbras y olvidar que estaba por perder una parte indispensable de su vida.

La campanilla volvió a sonar una y otra vez. Insistente, testaruda e irritante. De un movimiento brusco se puso en pie y caminó casi aporreando el piso, le gritaría a quien estuviera del otro lado de la puerta.

De un empellón abrió la puerta, sus ojos azules tenían escrita la furia que sentía por dentro y que se convirtió en desconcierto al ver quien, con cuerpo tembloroso y mirada triste, esperaba en la entrada.

—Hola Yamato —saludó Tai estrujando sus manos. —yo...

A Matt se le aceleró el corazón, esperaba ver a un Taichi feliz, entusiasta y ansioso por su nueva aventura, en cambio el joven frente a él era todo lo contrario. Tai parecía confundido y asustado.

DetallesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora