Robotun Peri (parte 2)

1.9K 111 4
                                    

Esa chica parecía una niña pequeña, emocionada a punto de conseguir algo que quería, algo tan simple como un helado.

Se adentraron al centro comercial de nuevo para conseguir un nuevo helado, estando ahí Eda casi tuvo que rogarle a ese robot para que probara un helado, parecía que nunca había comido uno y se resignaba a hacerlo nunca, lo hizo sentarse para disfrutar de la vista que ofrecía el local y sin más empezaron a comer.

- Bueno señor robot - habló Eda - se nota desde lejos que quiere preguntarme algo, hadi sor bakalım

- ¿Puedes decirme tu nombre? - sin más Serkan soltó esa pregunta sin pensar en si habría soñado atrevido.

- ¿Y de qué va esa pregunta?

- Bueno pues no me gusta que me llames señor robot, y quiero dejar de llamarte hada en mis pensamientos.

- En mi opinión robot te pega muy bien porque aún no te has disculpado después de que estuviste a punto de atropellarme ¿Será que tu programación no te lo permite?

- Peki, hagamos esto, yo me disculparé...pero me dirás tu nombre.

Eda que se hizo la distraída disfrutando su helado simplemente asintió con la mirada, alejó el helado de su boca y se dispuso a escuchar muy orgullosa la disculpa del robot.

- Señorita hada, quiero pedirle disculpas por casi atropellarla y por estropear su día, sabe a lo que me refiero - le dijo con una mirada muy confiada.

Sí, se refería a haberla chocado, haber tirado su helado y haber cambiado totalmente los planes que tenía al salir del centro comercial.
Eda soltó una linda risita, sus ojos se achicaron resaltando sus muy largas pestañas, parecía música para los oídos de aquel robot insensible.

- ¿Qué pasa? - Serkan no entendía lo que a Eda le había causado gracia - ¿Por qué te ríes hada? - tocando suavemente uno de sus hoyuelos "no dejes de reír" pensó.

- Vaya, señor robot tiene sentimientos - Eda tomó la mano de Serkan y la separó de su rostro - juro que me impresiona, las acepto, pero sólo si eres inteligente sabrás mi nombre.

Eda se levantó de la mesita en la que hasta hacía unos instantes hablaba con el robot, se colocó sus auriculares, tomó su bolso y con un suave pero gracioso movimiento de su mano se despidió de Serkan, mientras el mismo quedaba embobado con esa hada, que no le había dicho su nombre como habían acordado, pero no le molestó en absoluto el hecho de verla salir sin más, ni siquiera sintió impulso de ir tras ella, la escuchó tararear una canción y bailar con sus curveadas caderas mientras se alejaba, no podía ir a correr tras ella y estropear lo bonita que se veía actuando tan... Tan ella, tan extraña, tan espontánea, tan rara, tan feliz, tan hermosa, tan hada.

Tomó la basura que ambos habían dejado mientras comían, lo depositó en el cesto de basura y se dirigió al mostrador a pagar la cuenta con el papelito que les habían dado al pedir.

- Quiero pagar los helados de aquella mesa - dijo Serkan señalando la mesa en la que se habían sentado y extendiendo su mano con el papelito al joven del otro lado.

Una vez pagó y le devolvieron su cambio lo guardó y salió de ahí, aparentemente lo que habían sido minutos con esa hada se habían vuelto horas y llegaba tarde a la reunión que tendría con su nuevo socio, tenía 15 minutos para llegar hasta Art Life.

Afortunadamente no había mucho tráfico y llegó 5 minutos antes, su reunión se llevó con total normalidad, salvo que la cara de su nueva socia le sonaba de algo, tenía una mirada muy potente y se veía que era alguien seria, firmaron los contratos acordando en una de las clausulas que las acciones de la nueva socia serían transferidas a su nieta dentro de dos meses.
El resto de día sólo fue trabajo para Serkan y su equipo, pues estaban a mitad de un importante proyecto, siendo las 10 de la noche salieron de la oficina y Serkan se dirigió a su casa ansioso por reunirse con su peludo amigo Sirius. Salió a dar un paseo con él durante 30 minutos como era costumbre cuando lo hacía de noche, lo soltó una vez llegaron al parque para que corriera libre mientras él trotaba un poco, entonces a lo lejos pudo reconocer una silueta sentada en una de las bancas del lugar y se acercó sigilosamente, bastaron segundos para que se diera cuenta que era la hada del centro comercial, esa regordeta castaña, aquella que había visto bailando con toda la alegría del mundo, a quien vió mostrar felicidad ahora estaba sentada mirando al cielo con lágrimas en los ojos.

EdSer One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora