İyi ki doğdun Eda Yıldız

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Era un día “normal”  en una casa a las orillas del Bósforo, Serkan corría de un lado a otro con Kiraz y Alp tratando de alcanzarle el paso, una envolvía regalos y el otro... Bueno, hacía compañía que ya era algo.

— Entonces, recuerdan todo ¿No? —Alp asentía sin mirar a su padre, Kiraz rodaba los ojos cansada.

— Que sí papá, ya sabemos lo que tenemos qué hacer ¿No es así Alp? —el susodicho volvió a asentir sin prestar atención— ¿Lo ves? He perdido la cuenta de las veces que nos has preguntado lo mismo.

— Perdón cariño, pero quiero que todo sea perfecto, después de todo es mamá quien cumple años —los dos pequeños asintieron dándole la razón al insistente hombre— Guardemos todo ésto.

Serkan estaba orgulloso de su trabajo, había planeado la sorpresa de Eda con casi ocho meses de anticipación, estaba seguro de que nada fallaría, el sonido de unas llaves en la puerta hizo sobresaltar a los tres sujetos en cuestión, quienes corrieron en diferentes direcciones como niños en medio de una travesura a punto de ser descubiertos. Alp corrió a meterse bajo la mesa del comedor, Kiraz se escondió bajo las escaleras y Serkan, habiendo perdido dos posibles escondites no tuvo más remedio que fingir que buscaba algo en el piso.

— Ben geldim! —gritó Eda una vez atravesó la puerta del hogar, Serkan seguía haciendo el tonto en el piso, metiendo la cabeza bajo el sofá para tratar de ser más realista— Aşkım? ¿Qué haces ahí?

— ¿Ah? —se despegó del piso con una mueca en la cara de fingida sorpresa— ¿Eda? No te he visto llegar ¿Qué haces aquí, eh?

— Yo pregunté primero, Serkan Bolat —le recordó la castaña con cara traviesa.

— Gerçekten mı? —levantaba y bajaba las cejas, siguiéndole el juego— No lo recuerdo, señora Bolat.

— ¿No? —su cara era de confusión— ¡Vaya! Juraría que le hablaba a mi querido esposo —soltó una risilla— Creo que he entrado en la casa equivocada porque tampoco veo a mis hijos por ningún lugar —cuando la vio ponerse de pie se puso en alerta— Supongo que tengo que irme —se moría de risa por dentro pero se obligó a poner el rostro más triste que tenía para llamar la atención.

— ¡No mami, aquí estamos! —llegó gritando Kiraz jalando a su hermano.

— ¡Ah! —sonrió Eda y sus ojos se iluminaron con la presencia de sus hijos— ¡Ahí están mis bebés! —con la última palabra el más pequeño se soltó del agarre de su hermana para correr a colgarse del cuello de su madre— ¿Cómo estás mi amor?

— Bie gasias mamá —respondió el castaño menor con dificultad, estaba aprendiendo a hablar bien, cosa que derretía a Eda.

— Me alegra mucho, cariño —luego de abrazar fuertemente a su hijo se percató de una mueca en el rostro de su hija, le extendió un brazo pero Kiraz estaba enfurruñada en su lugar, con los brazos cruzados le dio la espalda a su madre, no tardó en sentir unos fuertes brazos levantarla— No lo sabía, kocacım.

— ¿Qué no sabía eşim hanım?

— Que teníamos una cereza muy enojona aquí ¿Puedes creer que no ha venido a saludar a su madre? —su tono de voz era de falsa indignación, la aludida escondió el rostro en el cuello de su padre para ocultar su risa.

— Sí, eso parece —Serkan se lanzó a Kiraz con un ataque de cosquillas, un segundo de descuido bastó para que la menor abandonara los brazos de su padre escapando de él y fallando en el intento.

— ¡YA BASTA, BABA!

Eda y Serkan se dedicaron a atacar a los pequeños con cosquillas hasta que estuvieron rojos de tanto reír.

EdSer One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora