Una chica caracterizada por su impuntualidad enfrenta un cambio drástico en su vida cuando adquiere su primer trabajo. El amor le impulsa a crecer humana y profesionalmente, pero la vida insiste en darle lecciones sobre el tiempo, puesto que la pers...
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¡Cómo desearía que hubieras visto la cara de mamá cuando se enteró de que conseguí el trabajo! La prueba de costura fue más fácil de lo que pensé. Quizás lo más difícil estuvo al inicio, cuando me pidieron que enhebrara la máquina. Una máquina casera tiene un enhebrado un poco diferente al de una máquina industrial. Sin embargo, Brenda, la chica encargada de valorar mi conocimiento, fue muy amable. Enseguida notó lo nerviosa que estaba y me echó la mano para que pudiera pasar esta primera etapa. Cuando llegó el momento de coser, me sentí como pez en el agua, como musa que posa para el mejor pintor, o como pianista que recibe lecciones del mismo Beethoven. El movimiento de la aguja parecía una danza preciosa ante mis ojos, mientras la bobina capturaba el hilo, formando los lazos, creándose una hermosa puntada a ambos lados de la tela. Era una tela color khaki. Lo que más me llamó la atención ese día era ver el mismo color bañando las líneas de producción. El ruido de las máquinas a mi alrededor y en toda la planta se percibía en la piel. Una especie de vibración me tocaba las plantas de los pies y recorría mi cuerpo, hasta hacer que se movieran mis cabellos. Había una completa banda sonora creando música en el tejido, y yo estaba formando parte de ella. Brenda me explicó que en esa área se trabajaba para un cliente muy recocido, Levi's. En específico, se costuraban pantalones de la marca Dockers. Me mostró el ancla bordada en el panel trasero de la pieza, y me pareció hermosísima. Claro, la primera impresión puede ser engañosa. Con el tiempo aprendería que la calidad de una prenda implicaba mucho más de lo que uno imaginaba. Todo esto le conté a mamá, y su mirada escéptica no se apartó de mí un instante.
Supe que había creído en mí al día siguiente, cuando llegó la primera prueba de fuego, estar puntual en mi primer día de trabajo. Fue comprensiva y no me puso obstáculos para alistarme a tiempo. Estuve minutos antes en la puerta de la casa de mi amiga, Susana. Fue raro ver que en su mirada había cierto escepticismo. Felicidad había, también, claro está, pero nadie mejor que yo para detectar en su mirada cualquier tipo de sentimiento. Caminamos hacia la parada de buses donde tomaríamos el recorrido que nos llevaría a la empresa. El cielo aún tenía un color opaco. El sol no había salido del todo para aquella época, donde, por la temporada, las auroras sucedían más tarde. El camino nos tomaba unos 10 minutos. Aproveché para pedirle consejos. Recuerdo que me dijo uno que nunca olvidaré: "Es una empresa grande, y en ella trabajan muchas personas. Además, el horario es cansado. Empiezas tu jornada a las 7 y la terminas a las 5 con veinte. Son diez horas más lo que nos toma el viaje. El bus pasa siempre a las 5:50 am, y nos deja en la empresa a las 6:20. Tienes tiempo para desayunar. Hoy te darás una pequeña idea de cuánta gente hay. El comedor estará lleno. Desayunaremos juntas. Pero lo más importante, en temas de trabajo, es centrarte en tus funciones. Al haber demasiadas personas y al dedicar tanto tiempo a ese ambiente, puede ser normal que te llegues a fijar en un chico. No te dejes llevar por los impulsos. El amor en el trabajo no siempre deja buenos frutos. Y si, no lo puedes evitar, al menos ten en cuenta lo siguiente: trata de que el chico no sea de un nivel jerárquico más alto".
Y yo que estaba a punto de hablarle sobre Jeffrey, el ingeniero que me condujo el día anterior, y de lo que había sentido por él con una sola mirada. Fue la primera vez donde sentí que mi amiga podía juzgarme. Incluso en lo impuntual ella nunca me había juzgado. Insistía, más bien, en que era algo muy mío, y que al final, me hacía diferente a las demás, siempre y cuando, claro, no le afectara a ella. Te recuerdo que me lo dejó muy claro cuando le pedí viajar con ella el día de las pruebas. Pero ese día no fue suficiente guardarme lo de mis sentimientos para evitar que me juzgara.