VII - Jeffrey 3

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J.R.R. Tolkien decía: "No todo lo que es oro reluce, ni toda la gente errante anda perdida". Opinar sobre la situación de alguien más siempre será fácil, mientras no se haga el esfuerzo de ponerse en su lugar. Una de las cosas que más hace falta en un trabajo es la empatía.

Teníamos un compañero que se llamaba Genaro. Renato y yo siempre nos reímos de él y su aspecto. Vestía con pantalones y camisas tan ajustados que siempre estábamos a la expectativa de que se rasgara la tela de alguna de sus piezas. Por suerte para él, nunca pasó. Físicamente era desproporcionado. Aunque sus pectorales y sus brazos eran voluminosos, y por ello decidiera siempre usar la camisa a medio abotonar, para mostrar el pecho, su abdomen no estaba definido, y una panza considerable resaltaba en su figura. Admirábamos la resistencia de aquellos benditos botones. En cuanto a sus piernas y sus glúteos, no había mucho que presumir, pero él insistía en vestirse de aquella manera. Para completar su atuendo, usaba unas botas de cuero finas con acabado puntiagudo.

—Jeffrey, ¿Por qué no te animas a venir al gimnasio conmigo? —dijo una vez —. Yo me encargaré de que tengas una buena rutina.

—Me temo que si es la misma que llevas tú —contesté—, no incluye piernas, glúteos ni abdominales.

Renato rio estrepitosamente. Luego añadió:

—No le hagas caso Jeffrey. De Genaro puedes esperar cualquier cosa, hasta que le gustes.

Ahora fue Genaro quien rio, pero como a quién descubren haciendo una fechoría.

—Malditos —masculló, con sonrisa maliciosa, y luego se retiró.

Renato siempre me insistía en que Genaro era homosexual. Sin embargo, yo sabía de sus aventuras con varias chicas en la línea, sobre todo con operarias. Renato, después de escucharme contarle sobre mi perspectiva, terminaba diciendo que entonces era bisexual. Al siguiente día hablábamos de él y volvía a insistir en que era homosexual.

Sin embargo, con el tiempo, nos demostró que tenía un gran corazón. Se enamoró de una chica llamada Elizabeth. Genaro era ingeniero de planta. Su trabajo consistía en encargarse de varios proyectos para mejorar la productividad y la eficiencia de su área a cargo. Dentro de sus fortalezas como profesional, se encontraba su gran talento para persuadir a las personas en cuánto a sus ideas. Era muy práctico para resolver los problemas y tenía muy buen sentido común. Por lo general, siempre acertaba con sus propuestas. Con esa eficacia logró ganarse la confianza de nuestra jefa, Melinda. Melinda, por su parte, era obstinada en varias cosas, y parte de su liderazgo consistía en poner límites y reglas, más allá de las que tuviera la empresa. Así que no reaccionó bien cuando supo que Genaro tenía un idilio con Elizabeth, sobre todo porque se trataba de una operaria. En aquella ocasión nos convocó a reunión y aprovechó para decirnos:

—Entiendo que pasamos mucho tiempo en esta empresa, y que, por lo tanto, sea muy probable enamorarse de alguien acá. De hecho, estoy consciente que muchas parejas es de aquí que han salido.

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