Capítulo 2

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Debía haber escuchado mal, ¿1813? definitivamente había escuchado mal o el golpe en la cabeza que tuvo que recibir con aquel terremoto dejó tonto a aquel que hablaba con ellos. 

- ¿Qué te has fumado? - le preguntó Yas, estaba claro que algo no andaba bien - ¿maría? ¿te has metido coca? ¿meta? - estaba a punto de perder la poca cordura que le quedaba porque no entendía nada de lo que estaba pasando - ¡¿Qué mierdas te has metido?! - estalló.

- Muchacha tranquilízate - comenzó el desconocido, Héctor por el contrario no abría la boca, parpadeaba... ¡cómo si todo lo que estuviese sucediendo fuese normal! - vas a despertar a toda la mansión - ¿mansión? ¿Qué mansión? Dios estaba por golpearle la cabeza con la lámpara - sé lo que sientes.

- ¿Qué... lo... sabes? - distaba mucho de que lo entendiese. Seguro que a él no le habían trasladado de un sitio a otro, dios sabía cómo y, para colmo, se encontraba secuestrada en compañía del indeseable de Héctor. Fantástico y maravilloso y encima le pedía que se calmase.

- ¿Quién eres tú? - preguntó por fin Héctor. Un quejido parecido a un gruñido salió de su garganta, ¿cómo podía ser que estuviese así de calmado cuando a ella le faltaba poco para subirse por las paredes? La miró con una expresión que no lograba descifrar y tampoco es que tuviese ganas de hacerlo. Parecía que estaba disfrutando con aquello.

- Será mejor que nos sentemos - decía el desconocido mientras comenzaba a encender las lámparas y las velas que había en el lugar.

- No es por nada, pero.... - empezó ella - ¿no es más fácil darle al interruptor? 

- Querida... - esbozó una sonrisa - no existe la electricidad en esta época - Yasmine atrapó su cabeza entre las manos, masajeando las sienes en busca de algo de calma para el dolor, este estaba siendo cada vez más intenso y tenía el presentimiento de que todavía no había dicho nada aquel sujeto - os he traído aquí.... 

- Lo último que recuerdo es un terremoto - interrumpió Héctor - ¿he muerto o estoy inconsciente y estoy soñando con esto?

Yas pensaba que como argumento no estaba mal, de no ser porque todo lo sentía demasiado real. El dolor en la cabeza aumentaba por momentos. Era como si tuviese una taladradora rompiendo su cráneo, la sentía arder, le presionaba la frente, le pesaba, jamás había sentido algo así. También estaba el frío que sentía en la piel desnuda de sus brazos y piernas, en el rápido latido de su corazón... No, estaba claro que esto era real, lo que no podía ser cierto eran las estupideces que aquel estaba diciendo.

- Más quisieras que yo estuviese en tus sueños - no pudo evitar el tono despectivo cuando le contestó. Ella era incapaz de fingir simpatía con él, aunque hubiese otra persona delante, las cosas que le había hecho eran difíciles de superar. Héctor esbozó una mueca.

- Os ruego que me dejéis hablar y no me interrumpáis - vieron cómo se cruzaba de piernas ante ellos colocando el tobillo sobre la rodilla contraria.

El desconocido lucía joven, no podía andar más allá de la edad que tenían ellos. No sabía lo que estaba sintiendo Héctor ante toda aquella locura, pero ella era escéptica, era una mujer de ciencia, si es cierto que creía en la vida del más allá y en los fantasmas y todo eso...pero, de ahí a que hubiesen viajado desde el 2021 al 1813 había que estar borracho y drogado para hacerlo. Igualmente sopesando sus opciones no le quedaba más opción que escucharlo, sobre todo porque no tenía idea de cómo iba a salir de allí. Si es que alguna vez lo lograban...iba a necesitar la ayuda de Héctor para conseguirlo y era demasiado orgullosa para pedirla e incluso admitirlo. ¡Antes se tiraría por la ventana!

- Bien - comenzó - como os dije mi nombre es Alan y soy un ángel del destino - ¿ángel del destino? ¿de dónde había salido semejante mequetrefe? ¿Cuánta mierda se había metido? - hace unos días estaba en este mismo año llevando a cabo mi trabajo - Yas arqueó una ceja en señal de desconfianza, no se tragaba nada de lo que estaba contando, ni siquiera pensó en mirar a Héctor para saber qué era lo que estuviese pensando - hay una chica que ha llevado una vida muy dura, no, esperar a que siga - interrumpió a Héctor cuando este se disponía a intervenir - no os puedo contar ahora mismo por qué, pero sí os digo que no soporté lo que veía y necesitaba hacer algo. 

Enredos del destino (Destino 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora