Capítulo 24

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¿Qué era lo que había pasado? En un momento estaban bien, juntos, acurrucados en la cama y al segundo se encontraba a medias de vestir en el pasillo del rellano. No entendía que había pasado, y, sin embargo, no le gustaban las sospechas que tenía. ¿Habían terminado? Todo lo que habían vivido, los bonitos recuerdos que habían creado ¿no servían para nada? ¿No significaban nada? Una furia comenzó a crecer dentro de él y golpeó la puerta con la intención de echarla abajo, no iba a permitir que esto acabase así, no después de todo por lo que habían pasado. Siguió insistiendo hasta que finalmente la puerta se abrió, tuvo que dirigir su mirada hacia abajo pues había sido Emma quién le había abierto, ella toda roja de furia con una espada de mentira en la mano.

- Hola pequeña - la saludó dulcemente.

- ¡Márchate! - le gritó. Se quedó un tanto conmocionado ante la actitud que demostraba la pequeña, hubiese jurado que le caía bien desde que habían hablado aquella noche cuando se conocieron - mi tita no quiere verte. 

- Tengo que hablar con ella.

- ¡No! Si entras te clavaré mi espada - intentó reprimir la risa de verla roja de ira dispuesta a hacerle daño con una espada de juguete. Se arrodilló para estar a su altura y observarla con más detenimiento. Ahora que se daba cuenta, era digna hija de su madre. 

- Verás pequeña, tu tita y yo hemos tenido pequeñas diferencias...

- ¡No! - volvió a repetir - la gente grita y llora cuando algo le hace daño y tú lo has hecho con mi tita - ¿lloros? ¿Yas estaba llorando? Ahora sí que tenía que entrar, pero cuando lo intentó le clavo la espada en la espinilla, puede que fuese de juguete, pero hacía daño la muy condenada - tú me dijiste que la querías, pero veo que mentías. 

- No te mentí.

- Sí la hubieses querido no le harías daño.

- Emma, déjame pasar - había intentado ser amable e intentar ganársela, pero no daba resultado y su paciencia tenía un límite.

- ¡No! - dio solo dos pasos cuando su madre entró en escena, ahora sí que estaba perdido. 

- Ya has oído a la niña. Ratita  ve con tu tita - cuando volvió a dirigirle la mirada esta estaba cargada de odio y rencor - te advertí que no le hicieses daño, que la tratases bien. No te puedes hacer una idea de lo mucho que ha sufrido. 

- Me lo contó.

- ¿Sí? ¿Y también te contó que cerró su corazón? ¿Qué prefería quedarse sola que confiar en alguien? Todos los chicos que le habéis gustado, la habéis humillado de una manera u otra haciéndole casi imposible la vida en el pueblo. Solo va cuando hay fiestas como ocurre en el puente de octubre, para el cual solo quedan dos semanas. Ella tenía muchas ganas de presentarte a su familia, de demostrarles a ellos también que podía tener novio, que no era una rara, una paria de la sociedad. Yas es una chica guapa, inteligente, buena... que solo ha sufrido por imbéciles como tú.

- Su familia...

- No me interrumpas - cerró la boca de inmediato - puede que tengas 26 años, pero juraría que tienes 15. Dices quererla, pero no lo demuestras. Las palabras se las lleva el viento y tú acabas de perderla una vez más. 

- ¿Por qué no te vengas cómo dijiste hacer?

- Porque aquí donde me ves, acabo de prometerle a la idiota de mi amiga que te dejaría en paz y que no me metería entre vosotros. Sin embargo, no podía callarme las cuatro verdades. 

- No puede acabar así...

- Haberlo pensado antes de hacerla sentir como si fuese una prenda a la que desechar. 

Enredos del destino (Destino 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora