Capítulo 14

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La conversación se tornó tensa después de unos minutos, en su cabeza aun la revivía. Alan no sabía que pensar de todo lo que pasaba a su alrededor. Ambos estaban tan enamorados y a la vez tan asustados de ellos mismos que les resultaba difícil arriesgarse. Vera, todavía recordaba las palabras que una vez le dijo y él...sus miedos tenían que ver con otra historia. No dejaba de pensar en las palabras que el conde le había dicho y el comportamiento que había tenido ella después.

- Vera por favor - la retuvo - no te vayas.

- Tengo que hacerlo - volvía a repetir. Él la miró en silencio, tiró de ella para estrecharla contra su pecho - Eiden ¿por qué haces esto? no lo entiendo - se limpió las lágrimas que escapaban de sus ojos con el dorso de la mano.

- ¿El qué?

- Esto - dijo - tú me odias.

- No te odio.

- Si no me odias, me desprecias. Jamás soportarías estar con una chica tan fea, gorda y sin gracia como yo.

- No digas eso.

- Tú mismo me lo dijiste - le echó en cara - tú me dijiste que nunca podría compararme con tu amante.

- Y es verdad - ella bufó. Eiden la agarró de las mejillas - nunca podría compararse contigo. Tú eres mil veces mejor.

- Mientes - el negó con la cabeza.

- Eres fuerte, ingeniosa, te enfrentas a mi como nadie lo ha hecho nunca - sonrió - disfruto cuando te veo tarareando por los pasillos, me gusta como tratas a los sirvientes y mucho más a los niños. Adoro como se te queda el glaseado de la tarta de melaza en los labios - apoyó su frente sobre la de Vera - me dan ganas quitártela con mi lengua - Alan escuchó como ahogaba un suspiro.

- Entonces ¿por qué quieres que me case con otro? - susurró

- No es tan sencillo - se apartó de ella.

- ¿Qué es lo que escondes?

- Hablaremos de esto en otro momento. Ahora lo único que me interesa es mantenerte alejada de tu padre - ella negó con la cabeza, huyendo de nuevo.

- No, si no me dices que es lo que me escondes no puedo cumplir con tus deseos...he de irme.

La escena en la habitación del conde lo había dejado impactado, intentaba encontrar un sentido. Conocía los sentimientos que guardaba Eiden en su interior, pero desconocía los miedos que tenía este al arriesgarse en una relación con Vera. El conde deseaba tenerla a su lado todo el tiempo, pero algo lo retenía. Siempre le habían dicho que si cambiaba la historia sería una catástrofe, y, sin embargo, eso era lo que había pasado y no había sucedido nada significativo para el futuro. Subía con mucha frecuencia para verificar que nada de lo que hacían abajo pudiese causar alguna tragedia, por lo que estaba seguro de eso. No obstante, para Vera lo había cambiado absolutamente todo. Ella había demostrado fuerza al levantarse después de cada caída, había demostrado valentía al marcharse con su padre para que este dejase en paz a Eiden, le había demostrado cariño y amor cuando lo cuidó y le demostraba una y otra vez que ella tenía carácter al enfrentarse a él. El conde se había percatado de ello a diferencia de lo que estaba escrito, por tanto, sí que existía una parte de la historia que había cambiado...la de Vera.

De vuelta a la casa de esta, lo embargó el miedo. Vera había sido muy cuidadosa al salir de la casa sin ser vista, pero ¿y si se habían dado cuenta de su ausencia? ¿Y si su padre la estaba esperando? El vizconde era capaz de matarla, no lo pensaría dos veces al hacerlo. Decidió que si aquello llegase a suceder lo detendría, aunque significase que él se consumiría. Al llegar a la mansión estaba preparado para todo, menos para lo que sucedió.

Enredos del destino (Destino 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora