Capítulo 19

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- ¿A dónde vas? - Héctor la había agarrado del brazo, ella lo miraba como si se hubiese vuelto loco, ¿acaso no había visto la forma en que Eiden se había llevado a Vera? - déjalos.

- ¿No estarás de su parte? aunque no me extrañaría, tú hiciste lo mismo conmigo - le echó en cara mientras se cruzaba de brazos. 

- No mezcles las cosas - lo estaba enfadando. Sabía que Héctor no tenía la culpa de lo que estaba ocurriendo, e incluso así, no podía remediar expresar en voz alta la frustración que la devoraba. Estaba furiosa por haber visto a Eiden creer antes a la imbécil de Ivy que, a su propia esposa, después de todo lo que habían pasado para lograr que estuviesen juntos, que echara a perder todo aquello que habían construido por una ruin mentira, la consumía - cuando te obligué a salir de la fiesta aquella vez era porque la habías liado y lo sabes - ella bufó - además, son problemas de pareja, no podemos intervenir.

- Aaah - dijo ella - ¿me explicas entonces por qué estamos aquí? 

Abrió la boca para responder, mas no salió nada de ella. Lo había dejado sin palabras. Ella también era de las que creía que los problemas de pareja e incluso cualquier problema que uno enfrentaba era mejor hacerlo solo, pues muchas veces, las intervenciones podían agravarlo. Sin embargo, ellos estaban allí exactamente para solucionar su relación, para meterse en el medio. Era cierto que ellos ya se habían casado, pero aquello no había resuelto el problema, sobre todo porque continuaban en el pasado. Necesitaba ayudarlos de alguna manera, su instinto se lo gritaba, pero cómo era la pregunta. Se quedó mirando a los asistentes que habían acudido al baile, la alta sociedad como quién dice. Todos los allí presentes aparentaban felicidad, vestían lujosos trajes y vestidos para fingir que sus vidas eran idílicas... todo mentira. En lo que llevaban allí, todos andaban con pie de plomo intentando no crear escándalos, mas todos tenían algo que esconder. La baronesa Rye se había acostado con al menos el setenta por cierto de los caballeros que asistían al baile y su marido tampoco es que se quedase atrás ni mucho menos, le parecía un matrimonio basado en mentiras y sin respeto alguno. Los condes de Somerset estaban tan en ruinas que deseaban que su hija Ivy contrajera matrimonio con un heredero rico, hecho que, si tenías en cuenta, no había sucedido. Ivy tenía una dote insignificante para los caballeros de allí, por lo que cuando supo que Vera estaba comprometida con el conde Clifford mucho antes de presentarse en sociedad, había esparcido rumores y secretos para poner a todo el mundo en su contra. Sin embargo, ahora que, el duque de Kingham le había prestado una mínima atención pensaba que quizá ya no se metiese con Vera, pero volvía a equivocarse. La hija mayor de los duques de St. Ives se había fugado con un mozo de cuadra del cual había quedado embarazada antes de casarse. Los marqueses de Lincoln, a los que todo el mundo hacía caso por tener uno de los títulos más antiguos, no hacían nada más que criticarlos. El hijo de los vizcondes de Sherston tenía fama de libertino y canalla. Podía continuar así con cada una de las personas que danzaban y se divertían en aquella sala, nadie estaba libre de pecado y, sin embargo, todos optaban por cuchichear y calumniar cuando los protagonistas no eran ellos. 

- Debemos solucionar esto - le dijo a Héctor. Él suspiró - ¿Cuál crees que sería la mejor opción para empezar? 

- Ir tras ellos, no.

- Me quedó claro la primera vez - rodó los ojos - ¿alguna idea?

- Tal vez debamos ir a hablar con el barón Amberley - apretó el puente de la nariz con los dedos índice y pulgar. Yas había descubierto que ese gesto lo hacía siempre cuando pensaba - quizás nos ayude a arreglar todo esto. 

No le pareció mala idea, aunque tenía el presentimiento de que el Barón no esclarecería los hechos. Deambularon por la sala por separado, buscando al protagonista de toda aquella historia, lo encontraron en un salón que los duques de Kent habían ambientado para el ocio masculino. ¡Cómo si las damas no supiesen divertirse! Era un tema controvertido para ella, le gustaría poder hacerles ver que las mujeres son algo más que simples adornos que colgar del brazo en una fiesta o una mula para cargar a los hijos, pero claro, estaban en 1813 como para ponerse a discutir con cada hombre con el que se encontraba. 

Enredos del destino (Destino 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora