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NARRADOR OMNISCIENTE
*1 semana después del engaño*
En el living se encuentran ambos jóvenes, medio charlando/medio discutiendo de una forma acalorada. El rubio necesita verla a ella y ver como esta, si se encuentra bien o no. Lo que sea que sienta por ella lo tiene abatido, y es que ni siquiera sabe si siente algo, tal vez solo sea atracción, o eso trata de decirse a si mismo.
—No, joder, te he dicho que no —Hablo el pelinegro, aunque en realidad, en su interior, estaba apunto de ceder.
—Déjame verla. Jaden, no voy a hacerle nada, solo conversar, solo eso.
— ¿Por qué te interesa? —Pregunto, chasqueando la lengua—. Es mi hermana, y para ti es una cría, siempre lo ha sido.
—Porque le he agarrado un poco de cariño —Vocifero el rubio, mintiéndole en la cara a su mejor amigo por aquella chica. Lo que él sentía no era ni cercano al cariño.
—Como el coño que no —Suspiró, cansado—. Ella esta mal. No ha ido en toda la puta semana al instituto.
—Lo puedo arreglar, lo sabes. Déjame hablar con ella.
El pelinegro ya resignado y cansado de esa conversación solo asiente. El chico de ojos chocolate paso por su lado mas rápido de lo normal, pero antes de que suba las escaleras, Jadan toma el cuello de su camiseta en puño antes de susurrar en su oído.
—Si le haces daño alguno, date por muerto, ¿vale? —Cuando se trataba de su hermanita pequeña, Jaden era muy sobreprotector.
El rubio solo se sacudió, soltándose de su agarre, antes de ir patitas arriba a la habitación de la chica: de Layla.
Uno, dos, tres, cuatro golpes a la puerta y no hay respuesta, solo calma la cual odiaba.
Una vez mas lo intenta, y nada; absolutamente nada.
—Layla, ábreme —Dice, en una voz pacifica, aunque es notable la ansiedad en ella.
Silencio, solo jodido silencio.
—Layla...
El rubio apoya la cabeza en la puerta, con rabia porque ella este así. Pero una idea rápidamente cruza por su cabeza y él la pone en marcha, recomponiéndose al instante.
