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NARRADOR OMNISCIENTE
La cena recien empezaba y el ambiente era tenso, tanto que se podía cortar con un tijera. Gerard, el padre de la chica era ajeno a todo, igual que Clara, madre de ambos chicos.
— ¿Me pasan la sal, por favor? —Aquella que habló era Jessica. Ambos hermanos la ignoraron deliberadamente, en realidad toda la familia. Nadie estaba prestando atención—. ¡¿Alguien me puede pasar la salir, please?!
Layla ni siquiera la miro, solo tiro el pequeño bote de sal hacia ella desinteresada.
— ¡Cuidado! Layla, por Dios, no seas inmadura —Murmuro eso último rodando los ojos, pero Layla la escucho y no solo ella, Jaden tambien.
— ¿Yo? ¿Yo inmadura? —Su voz era frágil y dulce, todo era apenas un susurro.
—Si. Tu. Como que exageras toooodo siempre. Primero lo del manoseo, después lo del pequeñito beso —Jessica empezó a enumerar con los dedos—. Las conversaciones... y ahora la sal. Por Dios, creí que éramos amigas, Lay.
Layla no podía mas de la impotencia y que su madre ni siquiera prestara atención a lo que le pasaba la mortificaba. ¿Quien se creía Jessica? Despúes de todo lo que le hizo se atrevía a decirles esas cosas...
—Dejamos de ser amigas en el momento en que hiciste eso —Murmuro con un hilo de voz y pronunciando la última palabra con reproche—. Déjalo, por favor, esta Gerard y mamá aquí.
Jaden observaba todo, analizando los detalles. Siempre hacía eso cuando estaba con su familia.
—Ay, Dios mío. Ellos no nos prestan atención —Era verdad. Ambos veían la televisión—. Deberías de aprender a perdonar Lay. No puedes ser tan rencorosa y menos por un pequeñito error —Dijo eso último sonriendo y susurrando.
—Jessica... —Layla aparto la vista de los ojos de la chica enfrente de ella.
—Lay, no te amargues. Son cosas que pasan... Réstale importancia, nena.
Layla era pacífica, pero esa vez solo deseaba estamparle su puño en la cara de Jessica. No iba a caer en esa misma trampa dos veces. La había perdonado una vez, no iba a haber una segunda.
— ¿Restarle... importancia? —Jessica asintió, contenta—. ¿¡Que le reste importancia!?
Esta vez, Layla grito sin importarle que su hermano la mirara fijamente al igual que sus padres. Ella era siempre tan calmada y sumisa. La sonrisa de Jessica poco a poco disminuía.
