Capítulo quince: Un día... interesante

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Obviamente me sobresalto, pero al mismo tiempo una sensación extraña me recorre el cuerpo. Me giro y veo a Félix con unas gafas de sol puestas, y es cuando recuerdo que el se está perdiendo de este hermoso paisaje.

—Si, lo es—respondo analizando cada detalle de su rostro—.

Nos quedamos unos segundos en silencio, no sé qué decir, como me pasa siempre que estoy en su compañía.

¿Dónde se metieron palabras?

—Me has robado el papel—bromea—.

—Pues sí.

Joder, en estos momentos tengo la capacidad bucal de un niño de tres años.

Iba a preguntarle la razón por la cual no vino cuando me doy cuenta del estado de su cara. Hay rastros en sus mejillas de haber llorado—¿Estás bien?—no lo pensé dos veces antes de preguntárselo—.

—Mar, nunca estoy bien.

Algo duele en mi interior al escucharlo hablar de esa manera. Se oye cansado por el tono de su voz.

—¿Por qué dices eso?

—No te importa saberlo.

Auch.

—¿Fuiste al médico?—esta vez formulo mejor mi pregunta, no me voy a rendir tan fácilmente—.

—Si.

—¿Y qué te dijo?

—Lo de siempre. Que no mejoro, que la operación es de carácter urgente, que mi oportunidad se está esfumando, que no me lo tome como un juego. Dice muchas mierdas ese hombre.

Doble Auch.

Una sonrisa triste se forma en sus labios—¿Y a ti, cómo te fue el día?

—¿Cómo actúas como si nada estuviese pasando, cómo si no corres el riesgo de no ver...?—de no verme—.

Se gira a la dirección en la que viene mi voz—¿En serio crees qué no me importa?—sus hombros se tensan—.

Abro la boca para decir algo y la cierro rápidamente. Lo dije sin pensar.

—He estado todos estos años conviviendo con el temor a no volver a ver la luz del sol, a mi familia, a mi hermana caminado con su nueva pierna—apretó la mandíbula—¿Y qué he conseguido? Lástima. Logré con mi actitud que me trataran como alguien que no puede valerse por sí mismo.

—No quise...—me cortó en mi intento de arreglar lo que ya estaba perdido—

—Claro que no quisiste. Nunca quisiste conocerme y tener que oírme decir toda mi mierda.—Oh, si tu supieras—. No digas que no me lo tomo en serio porque Mar, vivo con la maldita realidad de un mundo oscuro, lleno de soledad y miedo cada día de mi vida.

Se levanta hecho una furia y se marcha apuntando como loco con su bastón a todas partes.

Ay, Dios, la que he liado.

En un segundo estamos charlando como dos personas civilizadas y al otro me está semi-gritando. A veces pienso que es bipolar, pero otras veces golpeó mi cabeza contra la pared por ser tan estúpida.

Miro el camino por el que Félix desapareció y recuerdo la ira en sus palabras al decir que fue tratado de tal manera, que vive con miedo a no poder ver otra vez, y también recuerdo mi insensibilidad al acusarlo de todo lo contrario.

Busco mi teléfono en la mochila y veo la foto que a escondidas le tomé.

—¿Por qué eres tan complicado?—le susurro a la foto y paso mis dedos por su rostro—.

A crane for you ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora